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La isla más joven y pequeña de Canarias, El Hierro, cuenta con rincones con mucho encanto capaces de conquistar el corazón de cualquier visitante. Sus pintorescos pueblos costeros, su rica gastronomía y sus gentes, siempre tan cálidas y simpáticas, componen el escenario perfecto para pasar unos días de desconexión al más puro estilo slow travel.
Aunque cualquier enclave de la isla es perfecto para todos estos menesteres, he descubierto tres rincones que se prestan perfectamente a la tarea. Se trata de tres lugares que cautivan a primera vista, de esos que te ponen en un serio dilema, no vas a querer soltar la cámara porque querrás inmortalizarlos, pero al tiempo necesitarás despojarte de todo para dejarte llevar y disfrutar. Puede que seas de los primeros o puede que optes por lo segundo. Da igual. Estos sitios te van a gustar. ¿Por qué? Porque querrás perderte por ellos, saborearlos, sentirlos y seguramente repetirlos.
Las Puntas, en El Golfo
En el valle de El Golfo se ubica la zona de Las Puntas, uno de los sitios más visitados de El Hierro. Una zona que combina lo salvaje y lo turístico a la perfección, supongo que como toda la isla en general. Perteneciente al municipio de Frontera, y azotado por los vientos alisios, se alza imponente este precioso enclave junto al mar.
Sólo encontrarás aquí algunos alojamientos turísticos por la zona, con una preciosa arquitectura, y el famoso Hotel Punta Grande, que cuenta en su poder con el título del hotel más pequeño del mundo. Así figura en el libro Guinness de los Récords. Pero más allá de este calificativo, y aunque parezca sorprendente que cuenta con cuatro habitaciones (seguro que todo el que lo ve piensa a primera vista que tan sólo puede tener una habitación), dibuja un paisaje precioso en la costa.
Pero Las Puntas es mucho más que su mini hotel. No se podría entender la belleza de este lugar sin los Roques de Salmor como telón de fondo. Han sido declarados Reserva Natural Integral y es Zona de Especial Protección de Aves, aunque quizás su característica más llamativa es que fueron el hábitat natural de los lagartos gigantes de El Hierro.
El pueblo pesquero de Tamaduste
El precioso pueblo de Tamaduste, que está ubicado justo al lado del aeropuerto, y que pertenece al municipio de Valverde, fue uno de los grandes descubrimientos de mi viaje a El Hierro.
Se trata de un pueblo pesquero que en los últimos años se ha convertido en uno de los lugares favoritos por los herreños para veranear (de hecho muchos tienen allí una segunda vivienda). Está salpicado de pequeñas casas que se distribuyen en torno a un pequeño muelle con numerosas zonas de baño donde se reúnen familia, amigos y visitantes para disfrutar de los días de sol y las vacaciones.
Cuenta con un espectacular mirador en su carretera de entrada, que permite capturar una linda instantánea de todo el pueblo desde lo alto. Siempre he sido muy fan de las vistas desde las alturas, así que si compartes esta pasión, te invito a hacer un pequeño alto en el camino y capturar esta bonita imagen.
Tamaduste apenas tiene infraestructura turística, lo cual también se agradece, no en todos los viajes apetece toparse con avenidas llenas de bares repletos de turistas. El pueblo no ha perdido su autenticidad con el paso de los años, ha conseguido huir del turismo de masas, lo cual parece imposible dada además su cercanía con el aeropuerto y el muelle, al que llegan los barcos procedentes de otras islas. Puede que sea una de las virtudes de El Hierro, que tiene un turismo limitado y de calidad.
La zona cuenta con espacios acondicionados como solárium y el baño no es peligroso pues, aunque las olas llegan con fuerza, se forma un gran charco de aguas turquesas y tranquilas que ha sido bien aprovechado por los vecinos como si de una piscina natural se tratase.
El Pozo de las Calcosas
Qué sitio tan curioso el del Pozo de las Calcosas. Creo que todo el que lo ve por primera vez debe pensar exactamente lo mismo. Es un lugar muy singular. Está como enterrado al fondo de una bahía, rodeado por acantilados. Cuenta con un espectacular mirador desde el que se divisa claramente la piscina natural, las lenguas de lava volcánica sobre el mar y un pequeño poblado que mantiene su arquitectura original.
No cabe duda de que El Hierro invita a ser descubierto despacito y a ser disfrutado con calma. Aquí conviene olvidarse del tiempo, ya sea para disfrutar de un pescado fresco frente al mar, para recorrer alguno de sus muchos senderos, o bien para deleitarse con un rato de charla con algún vecino. ¿Ya he comentado lo amables que son los herreños?