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Hay una imagen de Arucas que siempre copa las principales páginas de cualquier folleto sobre qué ver en Gran Canaria: su iglesia. Una de las grandes joyas arquitectónicas de Canarias que se erige como símbolo de un municipio que aúna muy cerca de Las Palmas un encanto rural perfectamente conservado, una costa querida por los amantes del surf y un centro urbano lleno de paz, ideal para desconectar de la ciudad.
En este rincón del norte de la isla, donde desde el cultivo de la caña de azúcar se desarrolló uno de los pueblos con más historia de Canarias, las espigadas torres de la iglesia San Juan Bautista sobresalen sobre todas las cosas. Un templo único en las islas por su estilo neogótico, y que desde su construcción a principios del siglo XX se convirtió en gran emblema de la ciudad. La catedral que no es catedral, y que impresiona desde cualquiera de sus esquinas tanto de día como de noche, cuando se ilumina brillando sobre las calles empedradas del casco histórico. El primer bocado antes de adentrarse en sus aceras y sus plazas.
Y es que si Arucas ha sabido conservar algo tan bien como su ron (seguramente el más conocido y admirado dentro y fuera de Canarias) es su encanto y su riqueza arquitectónica. Un paseo por sus calles de adoquines, especialmente cuando empiezan a caer el sol y se iluminan sus casas coloniales con las últimas luces de la tarde, es una experiencia que permite embriagarse con un ambiente genuinamente canario, ese que parece emanar de sus piedras rememorando la historia sobre la que se han forjado tantos pueblos del archipiélago.
Paso a paso. Disfrutando al cruzar la calle León y Castillo, principal arteria peatonal, de sus terrazas, tiendas, cafeterías y restaurantes. Un ambiente a medio camino entre lo urbano y lo rural, con un aire diferente, ideal para desconectar una tarde sin alejarse de la capital. Un corto paseo por sus empedrados y sus luces que termina en la plaza de la Constitución, con el edificio del ayuntamiento y del antiguo mercado custodiando el núcleo a través del cual han pasado las generaciones de aruqenses.
La Plaza de la Constitución es además la puerta a otro de los lugares imprescindibles de visitar en una tarde por Arucas: el Parque de Gourié. También llamado simplemente ‘Parque Municipal’ es seguramente uno de los jardines urbanos más esplendorosos de las islas, y es que no en vano a esta localidad se la llegó a llamar en algún eslogan publicitario de antaño “la ciudad de las flores”. Una zona de esparcimiento para locales y turistas en la que se emplaza la centenaria Casa Gourié, construida a principios del siglo XIX y que hoy aloja el museo municipal.
Subiendo a la montaña de Arucas
Este es uno de esos lugares donde parece que nunca se para de subir, sus casas y caminos van agudizando su pendiente hasta coronarse en lo alto de la montaña de Arucas. Un mirador exclusivo de la ciudad de Las Palmas y de toda la costa norte. En los días despejados uno puede perder la vista hacia la montaña de Galdar y ver cómo aparece tras ella la figura de El Teide y de la isla de Tenerife. También, por supuesto, se presta como el lugar idóneo para ver tener visión distinta de la Iglesia de San Juan Bautista y de todo el casco histórico.
La costa de Arucas, paraíso de los surferos
Desde esa privilegiada atalaya, perdiendo la vista hacia el norte, ya se observa como el mar dibuja líneas de olas por toda la costa. En un municipio que no presume de playas kilométricas, a pesar de que el Puertillo o Bañaderos ofrecen lugares de baño ideales para refrescarse en verano, el surf es sin embargo uno de sus grandes atractivos. Quintanilla o Los Enanos destacan entre los muchos spots que se reparten por este rocoso litoral, dibujando largas líneas de grandes olas que atraen durante todo el año a surferos de nivel medio y alto.
El atardecer entre sus piedras, con los colores que se forman sobre la fuerza con la que rompe el Atlántico en esa convivencia entre playas de callaos y acantilados, es quizás el mejor punto y final para una tarde en este ‘must to visit’ del norte. Una visita que lo tiene casi todo a apenas 15 minutos por carretera desde el centro de Las Palmas.
Un hasta luego con la piel ensalitrada por los rompientes de su costa, aún con el aroma a ron de su famosa fábrica, y con la tranquilidad adquirida por el paseo entre sus esquinas de piedra, sus adoquines y sus paredes de colores. Arucas guarda entre sus muros y sus rocas parte del corazón de esta isla que cuenta en cada uno de sus 21 municipios un capítulo del cuento en que se transforma cada viaje a Gran Canaria.