La influencia francesa en las Islas Canarias

Tras la huella de brillantes científicos, naturalistas y exploradores

La presencia francesa en el archipiélago ha marcado su historia a lo largo de seis siglos. Con ellos no solo empezaron las conquistas y las primeras ciudades, también algunas industrias, investigaciones o la publicación de obras clave para conocer más acerca del patrimonio social y cultural de las Islas.

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Tal y como demuestran los apellidos de origen galo de muchas familias del archipiélago, los franceses sienten atracción por las Islas Canarias. Un fenómeno que empezó a inicios del siglo XV con la búsqueda de un liquen muy preciado para la industria textil y que se fue extendiendo debido a las peculiares condiciones que atesoran cada una de las islas. Comerciantes enamorados de los productos locales, naturalistas y científicos fascinados por el desarrollo de especies exóticas o endemismos… La lista de motivos es larga, así que es mejor empezarla por el principio.

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El señor normando Jean de Béthencourt y el caballero Gadifer de La Salle llegaron junto a sus hombres a Lanzarote en 1402 no solo para conquistarla, sino para obtener orchilla. Entre ellos se encontraban Pierre Boutier y Jean Le Verrier, dos capellanes que se encargaron de escribir 'Le Canarien', la primera crónica de la conquista de las Islas Canarias.

De esta expedición también nació Betancuria. Esta pintoresca villa de nombre con aroma francés es considerada la primera de todo el archipiélago y fue la capital de Fuerteventura hasta 1834. Su curioso emplazamiento, escondido en el interior de un valle en pleno corazón de la isla, fue elegido por Béthencourt para tratar de evitar los ataques de los piratas que ya surcaban las aguas cercanas a las Islas Canarias. Esto no impidió que en 1593 los berberiscos comandados por Xabán Arráez atacaran la población. Fueron destruidos emplazamientos como la iglesia de Santa María, aunque en la actualidad vuelve a lucir con el mismo brillo que cuando se inauguró, allá por el año 1410, y pasear por las callejuelas del casco histórico que la rodean son capaces de transportar a otra época.

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Los conquistadores franceses del archipiélago
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El Museo Canario, Gran Canaria
El Museo Canario, Gran Canaria
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Las Islas Canarias fueron durante siglos un punto clave para la navegación de muchos buques franceses. Tanto que el rey Luis XIII encargó a un comité de expertos liderado por el cardenal Richelieu verificar el dato del astrónomo y matemático Claudio Ptolomeo que situaba el Meridiano Cero en Punta de Orchilla, en el extremo sur de El Hierro. Tras su su confirmación, en 1634, esta ubicación de bellos atardeceres permaneció como punto de referencia en la cartografía de muchos mapas hasta 1884, cuando se designó a Greenwich.

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Expediciones científicas francesas en el archipiélago
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Punta de Orchilla, El Hierro
Punta de Orchilla, El Hierro
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Esto no fue lo único que intrigó a los franceses. La altitud del Teide, un dato muy útil para los marinos, fue otra de sus obsesiones. El padre Louis Feuillée, miembro de la primera expedición científica al archipiélago, trató de determinarla sin demasiado éxito. Una medición que fue corregida en 1776 por el matemático, físico, astrónomo y marino Jean-Charles Borda, quién la fijó en 3.713 metros, solo dos metros por debajo de la altitud real del volcán. A otros, en cambio, la naturaleza canaria les despertó la imaginación. El terreno volcánico fue material de estudio para geólogos y muchos astrónomos vinieron llamados por los limpios cielos del archipiélago. Un territorio inspirador que también está presente en algunas citas y obras de célebres literatos como Victor Hugo o Jules Verne.

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Sabino Berthelot fue un naturalista marsellés que decidió dedicar gran parte de su vida al estudio del archipiélago. En su currículum figura el haber sido director del Jardín de Aclimatación de La Orotava (Tenerife), aunque no fue su mayor logro.

Junto al botánico británico Phillip Barker Webb visitaron de arriba a abajo las Islas, tomando notas de todo lo que veían. Estas, poco a poco, fueron ganando volumen hasta convertirse en 'Histoire naturelle des Îles Canaries', la obra de historia natural más importante realizada en el siglo XIX. Gracias a su grado de detalle y cuidadas ilustraciones, esta enciclopedia natural sigue siendo útil para profundizar en la naturaleza única del archipiélago, especialmente en ciertos endemismos.

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La historia natural de las Islas Canarias
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Philip Barker Webb
Philip Barker Webb
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Otro francés que dejó una gran impronta en la cultura canaria fue René Verneau. Este antropólogo llegó al archipiélago por orden del Museo de Etnografía de Trocadero (actualmente llamado Museo del Hombre de París) con el fin de estudiar a los aborígenes canarios. Junto a su colega canario Gregorio Chil y Naranjo recorrieron las islas durante finales del siglo XIX y principios del XX, llegando a recolectar cientos de calaveras guanches.

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El recolector de calaveras
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El Museo Canario, Gran Canaria
El Museo Canario, Gran Canaria
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Esta creciente colección les permitió inaugurar y llenar su propio recinto, El Museo Canario (Gran Canaria), donde hoy se conservan una espectacular muestra de cráneos aborígenes junto a todo tipo de restos arqueológicos y elementos históricos de otras épocas.

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Además de la gran comunidad científica, en las Islas Canarias también se establecieron industriales y empresarios de origen francés. Es el caso de Alfonso Gourié Álvarez, quien en 1884 decidió aprovechar las abundantes plantaciones de caña de azúcar que había en Gran Canaria para crear su propia destilería, anticipándose así a las célebres factorías que se instalaron en Cuba tras el auge de ese cultivo. Gourié situó su fábrica de ron en Arucas, una localidad situada al norte de la isla y que cuenta con una rica tradición agrícola, poniendo la primera piedra de lo que a día de hoy es Arehucas, uno de los espirituosos más famosos de origen local.

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Béthencourt, La Salle, Boutier, Le Verrier, Feuillée, Borda, Berthelot o Verneau son solo una pequeña muestra de los muchos franceses que marcaron la historia y cultura del archipiélago a lo largo de los siglos. Su testimonio sigue vivo a través de los lugares que habitaron y los objetos o documentos expuestos por museos e instituciones canarias.

A lo largo de los siglos, las Islas Afortunadas han sido objeto de estudio y admiración para otros imperios además del francés. La corona castellana fue una de las primeras en fijar su atención en ellas, iniciando la Conquista de las Islas Canarias en 1402. Tras ellos, el archipiélago también fue visitado por los ingleses, quienes dejaron tras de sí un rico y variado legado del que todavía se puede disfrutar gracias a instalaciones como clubs de golf.