La llegada de los ingleses a las Islas Canarias

Una relación con más de 400 años de historia

Desde célebres batallas navales hasta deportes nunca antes vistos en España. El imperio británico ha marcado profundamente el legado y cultura de las Islas Canarias, así como ha sido uno de los mejores embajadores de productos locales como el vino. Una historia que arranca en el siglo XV y que está llena de sinsabores, amargos tragos y, por supuesto, dulces victorias.

Contenido

Inglaterra y las Islas Canarias llevan conectadas desde mucho antes de que los aviones unieran ambos destinos en poco más de cuatro horas. La influencia de los británicos en el archipiélago se remonta a la época de la conquista castellana, con quien tuvieron sus más y sus menos con el fin de hacerse con una posición estratégica en el comercio con el Nuevo Mundo. Desde entonces, conocidos corsarios, científicos y comerciantes han dejado su huella en estas soleadas tierras de origen volcánico.

Contenido

Tras ser conquistadas, las Islas Canarias se convirtieron rápidamente en el puerto de abastecimiento para las expediciones que iban y volvían de América cargadas de oro, plata, esclavos, especias o semillas. Esto hizo que las cálidas aguas del archipiélago se convirtieran en el hábitat predilecto de muchos piratas. Los ingleses, conscientes de la situación, decidieron formar alianza con ellos para debilitar a otras potencias rivales, especialmente a la corona castellana. Para ello usaban la patente de corso, un documento que otorgaba el monarca y que permitía atacar a otros países o navíos en nombre de la corona inglesa.

Así es cómo piratas como Walter Raleigh, John Hawkins o el primo de este, Francis Drake, se convirtieron en corsarios y escribieron su nombre en la historia de las Islas Canarias. Drake, por ejemplo, comandó varias armadas con el objetivo de causar el mayor daño posible a la corona castellana. En 1585, en plena guerra entre Inglaterra y España, organizó un ataque para tomar el puerto de Santa Cruz de La Palma, pero un mar embravecido y la artillería defensiva lograron detenerlo. Diez años después, en 1595, lo intentó de nuevo en Las Palmas de Gran Canaria, pero la resistencia canaria volvió a desarticular su plan antes de que tocara tierra.

Además de La Palma y Gran Canaria, los corsarios ingleses también trataron de hacerse con las otras islas del archipiélago. Fuerteventura sufrió en octubre de 1740 dos incursiones casi consecutivas. En ambas la población local logró salir victoriosa gracias a parapetarse detrás de camellos, lo que les permitió repeler la primera oleada de fuego enemigo y contraatacar cuando los ingleses cargaban sus armas. Una hazaña que se revive cada año en las fiestas de San Miguel gracias a una animada representación teatral.

00:00
Título
Los ataques de corsarios británicos al archipiélago canario
Vídeo
Póster
Gran Tarajal, Fuerteventura
Gran Tarajal, Fuerteventura
Tipo
Ancho completo
Contenido

Tras años de derrotas, Inglaterra decidió cambiar de estrategia y emplear una fuerza mayor: la Royal Navy. El condecorado almirante Horacio Nelson partió de tierras británicas a bordo de nueve buques de guerra, 393 cañones, 3.700 soldados y un objetivo: atacar por sorpresa para hacerse con la isla de Tenerife primero y el archipiélago después.

00:00
Título
La Royal Navy ataca Tenerife
Vídeo
Póster
Atalaya de Igueste de San Andrés, Tenerife
Atalaya de Igueste de San Andrés, Tenerife
Tipo
Ancho completo
Contenido

Con una defensa portuaria de solo 1.669 hombres y 91 cañones, el plan de Nelson parecía una victoria segura. Sin embargo, debido a la orografía de la isla, Tenerife está provista de multitud de miradores que en esa época eran utilizados como puntos de vigilancia. La noche del 21 al 22 de julio de 1797 los isleños avistaron desde la atalaya de Igueste de San Andrés a Nelson en aguas abiertas, esperando el momento perfecto para el ataque. Gracias a un sistema de hogueras y un rudimentario palo de avisos, el vigía pudo alertar rápidamente al castillo de San Cristóbal, donde se empezó a preparar la resistencia al mando del General Antonio Gutiérrez.

Con el factor sorpresa perdido y después de repeler varios intentos de desembarco por parte de los británicos, los tinerfeños lograron revertir la situación. Tras múltiples bajas inglesas y la pérdida del brazo derecho del almirante Nelson a causa de una bala de cañón, la Royal Navy se rindió, dejando el compromiso de no volver a atacar nunca las Islas Canarias. Este hecho histórico, que recibe el nombre de la Batalla de Santa Cruz de Tenerife, sigue presente en la memoria de todos los isleños gracias a la recreación histórica de la Gesta del 25 de julio que tiene lugar en Tenerife cada año.

Contenido

En los puertos canarios de los siglos XVII y XVIII, además de combatir, también se comerciaba… y mucho. Una actividad en la que, muy al contrario de lo que pueda parecer, los ingleses también eran parte activa. Muchos de sus navíos con destino a las Trece Colonias hacían escala en el puerto de la Orotava (el actual Puerto de La Cruz) para aprovisionarse, especialmente de vino. Tanto es así que en poco tiempo no solo convirtieron a los malvasía canarios en los vinos más exportados a Inglaterra, sino que gracias a su comercio con América, llegaron a hacerse con el monopolio mundial de esta bebida.

Un siglo después, con el aumento de otros productores, las exportaciones de vino cayeron en picado. Pero esto no significó el fin del comercio, sino todo lo contrario. Los ingleses realizaban un intercambio anual de semillas de papas (o patatas) con las Islas Canarias con el fin de mantener los frutos sanos. Esto dio lugar al auge de los cultivos de papas en el archipiélago, donde variedades británicas como la King Edward, la Arran Banner o la Up to Date acabaron adaptándose a las islas y a la gastronomía local al ser rebautizadas como quinegua, arranbana y autodate.

00:00
Título
Comercio fructífero de vinos y papas entre ingleses y canarios
Vídeo
Póster
Papas arrugadas, Islas Canarias
Papas arrugadas, Islas Canarias
Tipo
Ancho completo
Contenido

A finales del siglo XIX la presencia de ingleses por las aguas que rodean el archipiélago era más que notable. Al comercio mundial se le sumaba la expansión colonial por África, lo que les llevó a tomar parte en la construcción de nuevos muelles en los puertos de Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife. Tras su finalización, estos no tardaron en ser ocupados por navieras y carboneras británicas, quienes daban soporte a los vapores que volvían a casa. Este contexto fue aprovechado por Peter S. Reid, un empresario británico afincado en Tenerife que aprovechó el regreso de un vapor vacío para fletar, en 1878, la primera remesa de plátanos a Inglaterra. La acogida fue tal que en solo cinco años el número de barcos destinados a transportar este típico fruto había ascendido a 235, mientras que a finales de siglo habían multiplicado esta nueva cifra por diez.

00:00
Título
Los plátanos canarios llegan a Londres
Vídeo
Póster
Plantaciones de plataneras, La Palma
Plantaciones de plataneras, La Palma
Tipo
Ancho completo
Contenido

Tras el éxito cosechado con el vino, las papas y los plátanos, los ingleses decidieron apostar por la agricultura local, introduciendo nuevas variedades hortofrutícolas y mejorando las técnicas de cultivo, abonado y distribución de los regadíos. Buen ejemplo de ello son los tomates, que llegaron de la mano de los británicos con el objetivo de aprovechar el cálido clima canario y la riqueza de sus suelos para mejorar la producción antes de ser mandados de vuelta a Londres o Liverpool. Debido a la cantidad de barcos que llegaban a la capital británica desde las Islas Canarias cargados con todo tipo de productos, la antigua zona portuaria del Támesis pasó a llamarse Canary Wharf, un apelativo que mantiene a día de hoy.

Contenido

La riqueza de los productos canarios, el sol, el mar y los constantes viajes de célebres científicos y médicos empezaron a trazar una imagen de destino saludable en el imaginario europeo del siglo XIX. Esta idea caló especialmente entre las partes más adineradas de la sociedad inglesa, que empezó a ocupar buena parte de los primeros hoteles de Tenerife y Gran Canaria.

Poco a poco, más y más británicos empezaron a llegar -y a establecerse- en las Islas Canarias, lo que motivó la construcción de nuevas y modernas instalaciones. Así nacieron lugares que aún perduran como el hospital Queen Victoria de Las Palmas de Gran Canaria (y que es comúnmente conocido como el Hospital Inglés), la Holy Trinity Church, el cementerio inglés o el Real Club de Golf de Las Palmas, que ostenta el honor de ser el más antiguo de España.

00:00
Título
Los primeros turistas en el archipiélago
Vídeo
Póster
Real Club de Las Palmas, Gran Canaria
Real Club de Las Palmas, Gran Canaria
Tipo
Ancho completo
Contenido

Al igual que le pasó a la comunidad científica francesa, las peculiaridades que atesoran las Islas Canarias despertaron el interés de los investigadores británicos. La altitud del Teide, un dato de suma importancia para mejorar la navegación de la época, fue uno de los primeros. En el siglo XVIII la Royal Society de Londres envió al médico y naturalista Thomas Heberden a comprobarla, aunque no fue el único en acudir. El padre de la geología moderna, Charles Lyell, fue atraído por las características geológicas del volcán, mientras otros como el doctor Joseph Barcroft utilizaron el entorno para profundizar en los conocimientos de la respiración humana. La afluencia de científicos británicos al Teide era tal que existe un lugar de descanso en la cota de los 2.977 metros conocida como la Estancia de los Ingleses.

Otros, en cambio, preferían adentrarse en bosques milenarios como los del Parque Nacional de Garajonay para ser los primeros en descubrir una naturaleza única. Es el caso del botánico David Bramwell o el ornitólogo David Bannerman, que visitaron el archipiélago durante el siglo XX con la misión de estudiar la flora canaria y capturar diversas aves locales para ser expuestas en el Museo Británico, respectivamente.

00:00
Título
El destino favorito de los científicos ingleses
Vídeo
Póster
Parque Nacional de Garajonay, La Gomera
Parque Nacional de Garajonay, La Gomera
Tipo
Ancho completo
Contenido

El siglo XIX y el inicio del XX están marcados por la aparición de las primeras exploradoras. Gracias a su tesón, pioneras como la escritora inglesa Olivia Stone pudieron seguir su espíritu aventurero, convirtiéndose en la primera mujer en explorar las Islas Canarias. Un viaje de varios meses alrededor del archipiélago y que dio como resultado 'Tenerife y sus 6 satélites', una obra de 2 volúmenes y más de 800 páginas en total que se convirtió en una de las mejores guías de viaje de la época.

Contenido

Puertos, playas, miradores, bosques, hospitales, campos de golf… La gran impronta que Inglaterra ha dejado en el archipiélago se deja notar en multitud de lugares de cada isla. Una influencia que, lejos de terminar, sigue enriqueciendo la vida y cultura canaria a día de hoy.

Sin embargo, no solo los ingleses han dejado un gran legado en las Islas Canarias. Otros imperios como los franceses también fijaron su atención en un archipiélago que, durante siglos, fue tierra de unos aborígenes con conocimientos sorprendentes.