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Tenerife es una isla llena de contrastes, con espacios naturales únicos en el mundo. Desde caprichosas formaciones volcánicas a rincones costeros de absoluta calma, arrullados por el sonido del Atlántico y la brisa de los Alisios.
Te propongo un recorrido por cinco de los lugares que más me han impactado de Tenerife:
1. El Arco de Tajao, maravilla volcánica
El Arco de Tajao o de Bijagua es una de las formaciones geológicas más singulares de la isla. A escasos metros de la autopista del sur y perteneciente al municipio de Arico, este grandioso arco pasa casi desapercibido pese a su imponente tamaño. Hablamos ni más ni menos que de 30 metros de largo y 10 metros de alto. Sin embargo, sólo estando a escasa distancia se puede apreciar su forma y grandiosidad.
Acceder al lugar es fácil, tiene un aparcamiento a unos metros y basta con un pequeño recorrido a pie para llegar al lugar.
Su ubicación, entre dos pequeños barranquillos, en una zona de las más ventosas, ha sido la causante de su peculiar erosión, a la que debe su forma de arco.
Aunque se trata de uno de esos sitios que no salen en las guías turísticas, y que, de hecho, muchos tinerfeños aún ni han visitado, es sin duda uno de los lugares de culto para los amantes de la fotografía. Así que si visitas Tenerife, y dado que te cogerá de paso, haz una breve parada y conócelo.
2. El monumento natural de Montaña Amarilla
Otro lugar mágico es el espacio natural de Montaña Amarilla, en Costa del Silencio, declarado Monumento Natural. Uno de esos espacios salvajes que merece la pena recorrer.
Las opciones en la zona son variadas: ruta de senderismo bordeando la montaña (con la marea baja), ascenso hasta la cima, y snorkel o buceo en sus cristalinas aguas turquesas. Aunque basta sólo con sentarse a sus pies y disfrutar.
Pocas veces se tiene la oportunidad de respirar nuevas sensaciones y relajarse con el sonido de las olas y con unas vistas como estas.
Su playa parece virgen, no hay arena ni hamacas, pero la misma estructura de la montaña invita a estirar en ella la toalla e hipnotizarse mirando el Atlántico.
La curiosa forma de esta montaña, erosionada por la acción del mar, se une a su singular color amarillo, por su composición de ceniza volcánica, que durante el atardecer se va tiñendo de naranjas y rosados. ¡Un deleite para la vista!
3. Camino viejo al Pico del Inglés
El macizo de Anaga esconde rincones naturales que parecen completamente irreales por su excepcional y atípica belleza. El camino viejo al famoso mirador de Pico del Inglés cuenta con uno de estos extraordinarios parajes.
Se trata de una pequeña calle sin salida a la izquierda de la carretera general, que se ha convertido en una de las postales más raras y sorprendentes que se pueden ver en Tenerife.
El estrecho camino está flanqueado por dos altos muros llenos de musgo, desde los que se abren paso los árboles. ¡Nunca he visto un paisaje igual!
4. Montaña Pelada en El Médano
Volvemos de nuevo a la costa para deleitarnos con otro Monumento Natural, el de Montaña Pelada en El Médano. A diferencia de los otros rincones, este sí que es muy turístico, tanto por su belleza como por el enclave en el que está situado.
Montaña Pelada se formó al entrar en contacto el magma volcánico con el mar, y cuenta con una caldera de casi 1 km de diámetro.
Se puede recorrer a pie, subiendo incluso hasta su punto más alto. Es importante no salirse del sendero, ya que es un área de enorme sensibilidad ecológica, que recibe una afluencia constante de visitantes.
Puede disfrutarse también desde la playa contigua que lleva su mismo nombre, donde las puestas de sol son una auténtica preciosidad.
5. Punta de Teno, mirador al mar
Otro de mis enclaves favoritos de Tenerife es la Punta de Teno. Su faro, sus charcos naturales y su paisaje árido te harán sentir como si hubieras ido hasta el fin del mundo. Parece que más allá de la Punta de Teno no hay nada.
La carretera de montaña para acceder pone los pelos de punta, por su altura y su estrechez, y después del descenso se va dejando atrás un parque eólico hasta llegar a esta Punta.
Me escapo a Teno cada vez que puedo, a veces a disfrutar de un baño y una jornada de sol, y otras tan sólo a ver el atardecer con los imponentes acantilados de Los Gigantes por un lado o con el faro de telón de fondo.