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La isla de La Gomera está llena de caminos, nuevos y antiguos, que representan el mayor atractivo de la isla para los miles de visitantes que tiene cada año. Aunque hay turismo de playa aprovechando la complaciente costa de Playa Santiago o Valle Gran Rey, la oferta turística estrella de La Gomera es el senderismo. Es una mezcla de actividad deportiva y turística que se puede desarrollar tanto en entornos naturales como rurales. Hay senderos de diferente grado de dificultad, para todos los gustos... Y no me extraña que la actividad tenga tanto éxito, yo misma he disfrutado de excepcionales experiencias transitando los caminos gomeros.
Cada sendero cuenta con características propias, y la climatología y geomorfología presente en la isla de La Gomera nos asegura que en cualquier época del año podemos disfrutar de esta actividad al aire libre.
Los caminos y senderos salpican todo el territorio insular. A través de ellos podemos conocer profundamente la cara natural y cultural de la isla. Recorrer decenas de senderos gomeros descubriendo bosques, cascadas, cuevas, arroyos, ermitas, caseríos, leyendas, productos y gentes, me han capacitado para conocer bien La Gomera y sus gentes.
Los barrancos del norte
Los senderos, en muchas ocasiones, son vías de comunicación tradicionales, caminos vecinales, pasos en la cumbre, usados desde épocas inmemoriales. Algunos de mis preferidos ya eran usados antiguamente para pasar del norte al sur o de la montaña a la costa y servían como vías de intercambio de alimentos y artesanías.
La complejidad del relieve del norte de La Gomera evidencia la capacidad de adaptación de sus habitantes a las difíciles condiciones del territorio, haciendo posible la explotación de los recursos de manera respetuosa con la naturaleza. Prácticamente todos los caminos del norte contienen grandes desniveles abancalados. Buen ejemplo de ello es la subida del Valle de Hermigua hacia el Caserío de El Cedro. Sin embargo nos permite disfrutar del paraje de El Chorro, el salto de agua con mayor altura de Canarias.
Se podría pensar que estos desniveles incomodan al visitante, pero algunos de los senderos tienen incluso tramos muy apetecibles para los escaladores. Siempre me ha llamado mucho la atención esta actividad en torno al Roque Cano, en Vallehermoso. Allí, el camino lleva hasta una cueva llamada El Telar por sus llamativas columnas de basalto. Es de sobra conocida por los escaladores y ya fue buscada por el antropólogo Rene Vernau en el siglo XIX. En aquel entonces, el camino era muy difícil de encontrar, así que pidió a un cabrero del pueblo que le indicara cómo llegar. Buscaba restos de los enterramientos que allí se practicaban.
Los desniveles del territorio gomero no solo se podían sortear caminando. El ser humano ha tenido que ser audaz a lo largo de la historia para sobrevivir a las adversidades. Precisamente, el origen del silbo gomero, lenguaje silbado de origen prehispánico, es fruto de la necesidad para comunicarse a grandes distancias en esta difícil orografía surcada por profundos barrancos.
En la misma línea de salvar los obstáculos del paisaje, se practica desde antaño el salto del pastor. Aunque es una práctica necesaria y habitual entre los pastores, actualmente se trata más bien de una actividad cultural, ya que pertenece al amplio patrimonio inmaterial canario. Se usa un astia o lanza para apoyarse o saltar y salvar así los desniveles del terreno. Actualmente hay grupos organizados que practican el senderismo con sus astias por toda La Gomera. Si tienes la suerte de cruzarte con alguno, es posible que asistas a espectaculares saltos.
Otra singularidad propia del norte de la isla es que la mayoría de senderos se cruzan en algún punto con una de sus magníficas presas. Reconozco que, como canaria, mi falta de costumbre de cursos de agua permanentes hace que me llame mucho la atención la abundancia de agua que contienen dichas presas. Personalmente, los caminos que bordean las presas de La Encantadora, Las Rosas, La Laja Chejelipes, La Palmita, Hermigua... me aportan un extra de interés a sus recorridos. Sin embargo, es en el sur donde se ubica una de las obras hidráulicas más importantes de Canarias. La Presa de los Cocos (1914), conocida también como La Vieja, fue la segunda presa construida en el archipiélago canario. Su ubicación y características técnicas incrementan aún más su valor histórico y cultural. Y no llega ninguna carretera hasta allí, así que hay que hacer uso, una vez más, de los caminos para poder observarla.
Al auge del senderismo en La Gomera le acompaña la proliferación de casas rurales para el turismo. Me agrada comprobar cómo esta actividad contribuye a que se conserven y restauren infinidad de casas tradicionales asociadas a los caminos de la isla.
Pero he de reconocer que uno de los aspectos que más me gusta del senderismo y del uso de los caminos tradicionales de La Gomera es el gastronómico. Recorrer los senderos a pie provoca hambre de forma irremediable. Y preguntar a gente local es la mejor fórmula para terminar encontrando suculentas y singulares gastronomías. En muchas ocasiones, tras un largo día de senderismo, he tenido la suerte de conocer platos tan particulares y exquisitos como las tortillas de ajo de Tamargada, el cabrito frito de Vallehermoso, la carne asada de Cruz de Tierno o los vasos de “montañero” que nos ofrecía el viejo Prudencio en su venta de El Cedro.
Las lomadas del sur
Muy diferentes son los senderos del sur, aunque también nos brindan buenos y característicos platos como el potaje de berros de Casa Conchita en Arure o el puchero de Casa Efigenia en Las Hayas.
En la zona sur de la isla predominan las lomadas, con suaves desniveles y vegetación de secano atravesadas por profundos barrancos mucho menos poblados que en el norte. La falta de acceso por carretera a muchas de estas lomadas y barrancos ha permitido la conservación de pueblos tradicionales completos.
Recuerdo la primera vez que llegué andando al pueblo de Erquito. Todo se conservaba tal y como se había abandonado décadas atrás, después de que la emigración hacia el sur de Tenerife dejara sin habitantes aquellas humildes casas. Explorar un “pueblo fantasma” lleno de utensilios y pertenencias de las gentes que se fueron para no volver es una experiencia difícil de explicar. La misma sensación me provoca visitar Seima y sus caseríos de Morales y Contreras, donde el tiempo aparenta haberse detenido y aún parecen resonar las voces de sus habitantes en sus quehaceres cotidianos.
Caminar y caminar te puede llevar a lugares insólitos de los que te llevas algo más que bonitos recuerdos. Un día de excursión por Gerián, en Chipude, unos paseantes nos recomendaron visitar la casa de dos hermanas que vivían al final del camino, en Gueleica. Su hospitalidad nos abrumó. Nos invitaron a merendar y a una tarde completa de buena conversación. Sin saberlo habíamos conocido a unas de las mejores productoras de queso de La Gomera. Nos fuimos todos de allí con una buena compra de queso gomero y el compromiso de volver a visitarlas en otra ocasión.
El senderismo es una actividad que acerca a quienes lo practican al entorno natural y a los elementos etnográficos y patrimoniales más significativos de la tierra que visitan. Los 650 kilómetros de caminos de los que puede presumir La Gomera nos permiten convertirnos en expertos conocedores de la idiosincracia gomera.
La oferta de senderos en La Gomera es inmensa. Solo tienes que elegir el camino que más te guste, ponerte las botas y disfrutar de impresionantes paisajes, del contacto con la gente local y de una rica gastronomía. Todo ello llenará tus alforjas emocionales de una experiencia única.