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Muchas han sido las veces que he visitado San Sebastián de La Gomera. La capital de la isla tiene diversas ofertas para el visitante, pero haciendo memoria, las tres mejores experiencias que he tenido allí las titularía como: la comercial, la patrimonial y la festiva.
La mejor manera de disfrutar de la localidad es pasear por su centro histórico enlazando visitas a los lugares de interés con aperitivos en terrazas y compras en sus pequeñas tiendas. Ya de sus fiestas... ¿qué decir?, son de sobra conocidas en toda Canarias.
De tapas y compras por la Villa
Era verano y el calor apretaba. En ocasiones suelo aprovechar la llegada o salida del barco para dar un paseo por la capital de la isla de La Gomera, y aquel día todos los paseantes buscábamos la sombra de los árboles para aliviar el sofoco.
San Sebastián es una localidad muy tranquila que invita a transitar por sus calles peatonales. Las terrazas se acomodan en sus calles y plazas ofreciendo toda clase de gastronomía. En aquella calurosa mañana, la capital me quedó inevitablemente unida a la imagen de la fruta fresca y exótica, esa de la que tanto puede presumir La Gomera, fértil hasta la saciedad para regalarnos mangos, parchitas, papayas, pitayas. Así quedaron tatuados en mi memoria los puestos de frutas, los batidos, los helados y, por supuesto, la cocina tradicional de la que La Gomera puede enorgullecerse así como los platos exóticos llegados de otros continentes.
Después de disfrutar de establecimientos de gran calidad, era hora de que mi coquetería me llevara a las boutiques del municipio. Puede resultar curioso, pero siempre aprovecho mis visitas para regalarme algún capricho. La oferta comercial de sus calles está bastante alejada de las grandes cadenas textiles; por el contrario, tienen una cuidada variedad de ropa y accesorios que en otros lugares es difícil encontrar. En aquel caluroso día, mis acompañantes terminaron dándome la razón y salimos de la isla con bolsas de productos únicos con los que presumir.
El recuerdo de aquel día me trae calles llenas del color de sus fachadas, boutiques y galerías de arte, extensas plazas llenas de terrazas, la brisa marina y sol. Mágicos y cálidos instantes que siempre me incitarán a volver a la Calle Real, a Ruiz de Padrón, a la plaza de Las Américas y la plaza de la Constitución con sus imponentes laureles de indias.
El rico patrimonio histórico local
La segunda gran experiencia vivida en la capital de La Gomera tiene que ver con su patrimonio y su oferta cultural. Las calles y parques estaban llenos de primavera y se celebraba el día del libro. En cada esquina me encontraba lecturas, suelta de libros y cuenta cuentos durante todo el día. Y entre verso y verso disfruté de esas visitas obligadas que nadie debe perderse: la Torre del Conde, la iglesia de la Asunción, el Museo Arqueológico o la Casa de la Aduana con su Pozo de la Aguada.
Los monumentos que acoge esta localidad están cuidados y son visitables. El Museo Arqueológico nos enseña la vida y costumbres de los antiguos gomeros. La Torre del Conde nos traslada a los primeros años tras la conquista, haciendo fácil imaginarse a Beatriz de Bobadilla, gobernadora de La Gomera, paseando por sus alrededores.
Otro lugar al que siempre peregrino es la esquina de la iglesia de la Asunción donde se puede observar el fresco que relata la historia en la que un grupo de gomeros repelió en 1743 un ataque inglés en una batalla que podemos considerar como una gesta épica.
Si algo me quedó patente es que a San Sebastián está íntimamente unido el recuerdo de la figura de Cristóbal Colón. La huella del “descubridor” del continente americano embarga cada esquina. Esta isla fue la última tierra que pisaron sus pies antes de partir hacia “las indias” y hay numerosas expresiones de esta relación. Un ejemplo es el Pozo de la Aguada, en el patio de la Casa de la Aduana, que se dice que aprovisionó de agua para el largo viaje de los conquistadores hasta la isla de La Española.
La playa que seguramente vio Colón es hoy en día un regalo cotidiano con mar tranquilo y muchos servicios donde siempre pongo en remojo mis cansados pies mientras espero la salida del barco de vuelta a casa.
Las Fiestas Lustrales de San Sebastián
Pero hay fechas señaladas para visitar San Sebastián. En 2013 se celebraron las últimas Fiestas Lustrales de la Virgen de Guadalupe y desde luego me quedó claro que es algo que hay que vivir.
Saliendo de la capital hacia Puntallana dejamos atrás La Lomada y su molino de viento y avanzamos junto al Faro de San Cristóbal, que lleva más de un siglo alumbrando a los marineros que se acercan a la isla. Un secreto: siempre me han fascinado los faros y la vida de los fareros, en este caso, ¡farera!
Al poco de dejar atrás al faro y sus historias llegamos hasta la Playa de Abalos. Esta playa me resulta muy especial. El entorno está salpicado de frondosas palmeras canarias y una alfombra de hierba que llega hasta la misma playa, brava en su mar y su carácter.
Aprovechar alguna celebración para visitar San Sebastián de La Gomera siempre me ha permitido conocer otra perspectiva del lugar. La joya de la corona son estas Fiestas Lustrales en las que se embarca a su Virgen de Guadalupe desde su hogar en el Santuario de Puntallana hasta la capital.
La zona de Puntallana tiene gran valor natural y por tanto está protegida. En ella solo se vislumbra el Santuario de La Virgen de Guadalupe donde se dice que unos marineros encontraron la imagen y de donde no la pudieron separar. Cada cinco años, una multitud de barquitas se acercan al precario embarcadero para llevar a la Virgen, bajo la más absoluta devoción, hasta la playa de San Sebastián, donde la población la recibe con chácaras y tambores.
San Sebastián es una localidad tranquila muy apegada al mar y salpicada por monumentos históricos de gran valor. De sus fiestas sobra decir que son de las más conocidas de las Islas Canarias. Incluso una capital relativamente pequeña como San Sebastián de La Gomera contiene tantas sorpresas interesantes que a alguien con espíritu curioso no le queda más remedio que revisitar una y otra vez para descubrir su multitud de caras.