La naturaleza es ciertamente caprichosa. Si alguien piensa que relajarse en una piscina con una espectacular panorámica de mar es solo cosa de grandes hoteles es porque no ha oído hablar, por ejemplo, de la costa de las Islas Canarias, donde puedes encontrar piscinas naturales en cada isla. La singularidad de cada una de ellas salta a la vista. Sin embargo, su origen se pierde en el océano de los tiempos.
Antes de saber cuál es el secreto de estas maravillas, es importante comprender a qué nos referimos. Las piscinas naturales son cavidades aparentemente estancas que, de un modo u otro, logran conectar con el mar sin que ningún humano haya intervenido en el proceso. Ello permite disfrutar del océano y su refrescante brisa, desde un entorno privilegiado, perfecto para relajarse solo, en familia o con amigos.
Las piscinas naturales suelen ser de roca, aunque las hay también de arena. Para su formación es necesaria la existencia de terrenos costeros llanos pero irregulares cercanos al mar. Y aquí es donde el origen volcánico de las Islas Canarias cobra todo el protagonismo. Las extrañas fajanas de los volcanes que esculpieron las costas del archipiélago han sido poco a poco domadas por el mar. Siglos de erosión y cambios en las mareas han ido construyendo estas piscinas tan especiales en el mismo Atlántico. Sumergirse en ellas es un auténtico placer, especialmente cuando el mejor clima del mundo permite disfrutarlas durante la mayor parte del año.
El Charco Azul: una genialidad, obra de los volcanes
Aunque podemos encontrar excelentes piscinas naturales a lo largo de casi toda la costa canaria, El Hierro es, sin lugar a duda, una auténtica capital de estas maravillas. Y de entre todas las que atesora la isla, una destaca por encima de todas: el Charco Azul. Situada a los pies de un acantilado en el pueblo de El Golfo, esta piscina natural se encuentra cubierta por un imponente techo basáltico que la dota de un enorme misticismo. Un lugar de paz y aguas turquesas en primerísima línea del Atlántico, equipado con solárium, diferentes zonas de salto e incluso un charcón a cielo abierto para aquellos que prefieran disfrutar también del sol.
Y si hablamos de charcos no podemos pasar por alto a su homónimo palmero. Este otro Charco Azul está ubicado en San Andrés y Sauces, y goza del honor de ser la piscina natural más completa de toda la isla de La Palma. Sus múltiples servicios, accesibilidad y respeto por el entorno le han valido para lograr reconocimientos internacionales como la bandera Ecoplayas.
El paraíso de las piscinas naturales, al descubierto
Estar en las Islas Canarias es estar muy cerca de una piscina natural. Además de las múltiples opciones que podemos encontrar tanto en El Hierro como La Palma, en el resto de islas también cuentan con sus propios tesoros. En la localidad de La Guancha, al norte de Tenerife, se encuentran el Charco del Viento y el Charco Verde. Separados por solo diez minutos de trayecto en coche y fácilmente accesibles, ambos ofrecen una manera única de disfrutar de estas aguas.
Gran Canaria también ofrece muchas alternativas a la hora de darnos un chapuzón en una piscina natural, como por ejemplo, El Agujero, situado en Gáldar, o el espectacular Roque Prieto, en Santa María de la Guía.
En Lanzarote destaca Los Charcones, un complejo de piscinas naturales de diferentes tamaños, y en Fuerteventura, la enorme balsa turquesa formada sobre la arena de la Laguna de Playa Barca. Por otro lado, las más pequeñas del archipiélago no tienen nada que envidiar a sus hermanas.
Al norte de La Gomera encontramos la piscina de Hermigua, una imponente piscina natural con cuatro grandes columnas. Y en la Graciosa, algunas zonas de la costa de piedra negra volcánica ocultan maravillas solo visibles al llegar la bajamar. Desconocidas hasta para Google Maps, es necesario venir hasta aquí para disfrutar de uno de los -pocos- secretos de este mundo aún por descubrir.