MANU BLÁZQUEZ: «Canarias es muy singular, desde la luz hasta la sensación de pureza»

Hablamos con el artista Manu Blázquez después de su paso por la residencia del Centro Atlántico de Arte Moderno. Para él, de las Islas Canarias «impresionan esos contrastes entre los lugares frondosos y los desérticos».

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El valenciano Manu Blázquez estuvo un mes como artista residente en el Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM) de Las Palmas de Gran Canaria, donde creó una serie de obras que fueron expuestas allí mismo poco después. Formado en la Academia de Bellas Artes de Bolonia, es un valor en alza que juega con la aritmética y la geometría, los números y las formas, para relacionar el tiempo y el espacio. Sencillez y minimalismo definen sus piezas, que combinan pintura, grabado, arquitectura e imagen con un lenguaje claro y directo. Unos trabajos que le han granjeado numerosos reconocimientos en forma de exposiciones individuales, premios y residencias como la que llevó a cabo en el CAAM.

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Eres un artista visual con una proyección cada vez mayor. ¿Cómo llevas este éxito?

Desde 2013, cuando hice mi primera exposición individual, no paro de hacer cosas. Y me parece impresionante ver que se valora mi trabajo. Que algo que sale de mi mente y mis manos genere interés es una grandísima satisfacción. Diría que, de tan extraordinario que me resulta, me provoca cierta perplejidad.

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¿Cómo llegaste al CAAM?

Una colega canaria, Saskia Rodríguez, me avisó de la convocatoria de un concurso para una residencia de un mes, de marzo a abril. Presenté un proyecto y lo gané. Hasta 2019 no existía el formato de acogida de artistas de fuera del archipiélago, así que yo he sido el primer no canario acogido en el CAAM. En la residencia también participaba un artista de las islas, Nicolás Laiz Placeres, de Tenerife, porque la intención es que hubiera un intercambio, un diálogo, entre ambos. Y la verdad es que fue muy enriquecedor. Al acabar, expusimos las obras que creamos durante ese mes al lado de una gran muestra dedicada a César Manrique.

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¿Qué aprendiste durante la residencia?

La experiencia tuvo numerosos alicientes. Primero, que estás trabajando en el mismo centro donde vas a exponer, cuyo diseño museográfico y arquitectura fueron desarrollados por uno de mis arquitectos preferidos, Francisco Javier Sáenz de Oiza, que hizo las Torres Blancas de Madrid y trabajó con Jorge Oteiza. Me identifico mucho con él. Y segundo, que me permitió conocer las Islas Canarias, en concreto Gran Canaria.

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¿Visitaste muchos rincones de la isla?

No muchos porque solo tenía un mes para crear unas obras que tenía que exponer y me volqué en eso, pero tuve ocasión de visitar algunos lugares interesantes como la Cueva Pintada de Gáldar, una joya arqueológica que alberga unas 60 estructuras que nos descubren la vida cotidiana de los antiguos habitantes de la isla, además de la famosa cámara policromada que cuenta con un excepcional conjunto de pinturas murales prehispánicas. De hecho, mi proyecto toma como referencia ese lugar. Allí hay pinturas geométricas a las que hago un guiño.

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¿Cómo ha influido tu residencia en las Islas Canarias en tu manera de trabajar?

Es difícil de responder porque ha pasado poco tiempo para digerir esta experiencia, sacar conclusiones definitivas y verbalizarlas, aunque seguro que ha influido. Acaso en el hecho de tomar un elemento de las Islas Canarias y adaptarlo a mi trabajo desde una óptica más amplia, desde mi mediterraneidad, porque nací en Valencia y he pasado por Italia y Grecia.

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¿Hay diferencia entre esa mediterraneidad de la que hablas y el factor atlántico?

Sí. Hay algo muy salvaje en las Islas Canarias… La diferencia es abismal, y a mí me pareció abrumadora. Aunque haya restos coloniales que te hacen ver que somos parte de lo mismo, es otra raíz. Es muy singular, desde la luz hasta la sensación de pureza. Para alguien que viene del Mediterráneo como yo, impresionan esos contrastes entre los lugares frondosos y los desérticos.

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¿La insularidad se nota también a nivel artístico?

Aunque a nivel social Las Palmas de Gran Canaria es un crisol de muchas culturas, como cualquier otra ciudad europea, en materia artística es más evidente y creo que el paisaje está en casi todos los trabajos. No como representación, sino dentro de los propios creadores. Es con lo que más trabajan, ya sea para hacer una crítica a la especulación inmobiliaria y la degradación del entorno (no tiene por qué ser obvia, sino abstracta), como para manifestar su veneración por el paisaje.

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¿Qué crees que has podido aportar al panorama artístico canario?

No lo sé, es una pregunta que no puedo responder yo sino el público que entró en contacto con mis obras. Quizá podría decir que mi manera de hacer, mi búsqueda del orden, el peso que le doy a la razón contrasta mucho con el hacer de los canarios, y eso puede ser bueno en el sentido de que puede aportar cierta riqueza al enseñar otras maneras de hacer las cosas. A nivel tangible, dejo el redescubrimiento de la Cueva Pintada de Gáldar a través de mis obras de arte contemporáneas.