Lo que no te puedes perder de La Graciosa

Lugares imprescindibles en La Graciosa para disfrutar de las Islas Canarias

A pesar de ser la más pequeña de todas las islas habitadas del archipiélago canario, La Graciosa alberga numerosos rincones que merece la pena visitar. Playas y calas con encanto que sorprenden al visitante por su compleja variedad y su riqueza natural. Un escenario idílico que suele ser testigo excepcional de bodas en las que disfrutar de los más románticos atardeceres.

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Es el mayor de los dos únicos núcleos habitados de la isla, un encantador pueblo marinero de casitas blancas y calles sin asfaltar, donde apenas circulan vehículos a motor. Caleta de Sebo es el único lugar en la isla donde podemos encontrar algunos servicios, como supermercado, consultorio médico, alquiler de bicicletas y restaurantes situados casi a pie de playa cuya especialidad es, como no podía ser de otra manera, el pescado recién capturado. Una delicia para el paladar y para otros sentidos, pues mientras se disfruta de una excelente comida contemplamos la espectacular panorámica de los Riscos de Famara, en Lanzarote.

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Casi desde la misma puerta de las casas, y a escasa distancia del pequeño muelle donde atracan las embarcaciones que conectan la isla con el noroeste de Lanzarote, se extiende La Laja, una acogedora playa de arena rubia y aguas tranquilas, perfecta si viajamos con niños, en la que también podemos encontrar a los pescadores locales reparando sus redes.

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La Graciosa es un paraíso para quienes disfrutan del sol y el mar. Es difícil decidir tras plantearnos «¿a qué playa vamos hoy?», pero algunas son de visita obligada. Próxima a Caleta de Sebo, a unos 15 minutos caminando en dirección sur, se encuentra la playa de El Salado que, junto a La Francesa y La Cocina, más alejadas, conforman un trío de maravillosas playas de arena blanca y aguas turquesas y cristalinas. Durante la marea alta, La Francesa se convierte en una especie de laguna, ideal para practicar snorkel y contemplar la variedad de peces que habitan en ella.

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A La Cocina, también conocida como playa de Montaña Amarilla, solo se puede llegar andando tras hora y media de camino desde Caleta de Sebo o en bicicleta, que habría que dejarla unos metros antes de llegar a La Francesa, pero realmente vale la pena. Se trata de una pequeña cala virgen y resguardada de las corrientes marinas, a menudo solitaria, situada a los pies del emblemático volcán de Montaña Amarilla que tendremos de referencia durante todo el trayecto. El contraste de colores entre el amarillo volcánico de las faldas de la montaña y el azul turquesa y verde del océano es impresionante.

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En el norte de la isla, el mar es más bravo y hay que tener mayor precaución en el baño, pero aquí se encuentra la zona de costa que no podemos dejar de visitar en La Graciosa. Se trata de Las Conchas, una playa impresionante de arena blanca al pie de Montaña Bermeja, desde la cual contemplamos los islotes deshabitados de Montaña Clara y Alegranza. Tonalidades rojas, ocres y negras de la tierra volcánica, el azul del cielo, el verde esmeralda del mar, el blanco de la arena y de la espuma que forman las olas… la Naturaleza puso aquí todos los colores.

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Es el segundo núcleo residencial de la isla, pero aquí no vive nadie de forma permanente, ya que la mayoría de la veintena de casas solo se ocupan durante la época estival. Situado a unos seis kilómetros de Caleta de Sebo, se puede llegar hasta aquí en bicicleta o dando un paseo por los senderos que bordean la costa y discurren paralelos a los impresionantes Riscos de Famara de la vecina Lanzarote. Tras el paseo y echar un vistazo a las coquetas casas y sus cuidados jardines, la pequeña playa que se sitúa junto al grupo de viviendas invita a un relajado chapuzón.
 

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Cerca de la playa de Las Conchas, y en un paraje dominado por la arena blanca y las negras rocas volcánicas, se encuentra este monumento natural que el batir constante de las olas se ha encargado de modelar, formando cuatro espectaculares arcos de basalto que no podremos dejar de fotografiar, aunque para ello debemos evitar acercarnos demasiado al mar.