La surfera irlandesa Easkey Britton tiene algo que decir sobre el cuidado de nuestros mares en las Islas Canarias y más allá.
“Algo que no se ama no se puede cuidar”. Son palabras de la surfera irlandesa y activista por la salud de los océanos, Easkey Britton, cofundadora de la ONG Waves of Freedom, que utiliza el poder del surf como un medio para el cambio social, y punta de lanza del primer campeonato global Surf for Social Good Summit en Bali (Indonesia). “Mi faceta como activista se centra sobre todo en la reconexión, en volver a conectar a las personas con el océano, pues la mayoría vive pensando que este no existe”, explicó Britton en una conferencia en el marco de las jornadas Fixing the Future, que tuvieron lugar en el Centro de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB). “Solo cuando tienes una conexión profunda con un lugar tendrás la responsabilidad de actuar: es precisamente la falta de vínculos entre las personas y la naturaleza la causa principal de la crisis medioambiental”. Campeonato global Surf for Social Good Summit en Bali (Indonesia). “Mi faceta como activista se centra sobre todo en la reconexión, en volver a conectar a las personas con el océano.
Estas son las tesis que resumen, a grandes rasgos, la filosofía de esta mujer tenaz y valiente, que ha recorrido medio mundo haciendo surf –incluidas las Islas Canarias– y se dedica ahora a fomentar desde el activismo la necesidad de proteger un medio que tantas alegrías le ha dado. Un entorno, el océano, que sin embargo acoge en la actualidad más de 8 millones de toneladas de plástico, una cifra que, de no revertirse, dará lugar a un panorama tal vez irreversible en el año 2050: el mar contendrá el mismo volumen de plásticos que de peces. Fueron precisamente estos datos, además de los relacionados con la sobrepesca y la desaparición a pasos agigantados de especies marinas, los que llevaron a Britton a ponerse manos a la obra en la tarea de educar a la población para “recuperar la conexión espiritual con los océanos”, algo que en lugares como las Islas Canarias, con casi 30.000 km2 de mar frente a los 7000 de superficie terrestre, resulta especialmente necesario.
Vencedora durante cinco años consecutivos del Irish National Surfing Championship, Britton fue la primera mujer irlandesa nominada a los Billabong XXL Awards por ser la primera en surfear con éxito el Mullaghmore, el gran enclave del surf en Irlanda con olas gigantescas, el preferido de los profesionales. Conocida también por haber sido una de las primeras mujeres en surfear la gran ola Aill na Serrach de los Cliffs of Moher, en 2007, ha destacado siempre por su activismo tanto en materia medioambiental como de género, que ha compaginado con una impecable carrera deportiva al más alto nivel. En la actualidad colabora con SOPHIE (Seas, Ocean & Public Health in Europe), un programa de investigación que pretende proteger los océanos y potenciar sus beneficios para la salud. “No eres una gota del océano, eres el océano en una gota”, señala Britton para referirse “a esa sensación inigualable de sentirnos aislados, conectados con el entorno, vivos… En definitiva, de sentirnos nosotros mismos, que solo se consigue en el océano”.
“Más allá de campañas de concienciación y educación ambiental, es necesario un trabajo espiritual respecto al océano: dejar de vivir de espaldas a él y sentirlo como algo nuestro es la única manera de que nos nazca cuidarlo”
Hermana de la longboarder Becky-Finn Britton, la surfera es consciente de ser una mujer en un mundo de hombres, y recuerda siempre que “el océano jamás discrimina, son las personas quienes lo hacen”. Esta vocación la llevó, entre otras cosas, a liderar en 2010 un proyecto en Irán junto a la directora y cámara Marion Poizeau, la surfera iraní Mona y la buzo Shalha para introducir el surf en Irán y denunciar el uso obligatorio del hijab en las playas. Recordando esa experiencia, Britton afirma que “el océano es pureza, honestidad. Es duro y feroz, sí, pero siempre honesto”. Es, por tanto, feminista, “jamás nos separa, sino todo lo contrario: el océano nos conecta”, concluye Britton.
“Más allá de campañas de concienciación y educación ambiental, es necesario un trabajo espiritual respecto al océano: dejar de vivir de espaldas a él y sentirlo como algo nuestro es la única manera de que nos nazca cuidarlo”, señala la surfera, que invita a la población a realizar pequeños gestos como “destinar unos minutos a recordar aquellas sensaciones que hemos tenido al estar en contacto con el agua: cómo el mar nos relaja, reduce el ritmo cardiaco y nos traslada a un entorno multisensorial que nos lleva a una conexión que va más allá de lo físico”. Además, Britton insta a los usuarios a realizar pequeños gestos para cambiar paulatinamente su relación con los océanos. “Al llegar a la playa, dedicar apenas un par de minutos a mirar las nubes y concentrarnos en el aire que respiramos, además de limpiar la arena que nos rodea: son pequeños detalles que pueden cambiar el mundo”.