Cerámica de Canarias

Técnicas aborígenes y preciosos diseños populares

Los primeros pobladores de las Islas Canarias ya elaboraban piezas de cerámica con técnicas que se han transmitido hasta nuestros días. Lo más curioso es que todavía hoy se trata de una alfarería que se realiza sin torno, con la misma técnica que utilizaban los aborígenes: el urdido o modelado por “rollos” o “churros”. Las piezas, de multitud de formas según los usos, se elaboran con arcillas de suelos volcánicos. Conocerla e incluso participar en algún curso de los alfares que organizan talleres es toda una experiencia para conectar con la esencia canaria.

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Cerámica canaria
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Los primeros habitantes del archipiélago no empleaban ni torno ni horno en este oficio; elaboraban las piezas a mano mediante el urdido, un modelado con “rollos” o “churros” de barro que se van superponiendo para dar forma a las paredes. Normalmente las decoraban con almagre o incisiones y, en algunos casos, incluso con calendarios lunares y solares de gran exactitud, como se han encontrado en algunos yacimientos de Fuerteventura y La Palma.

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Con la misma técnica, pero más sencilla y casi sin decorar, la cerámica popular, heredera de la alfarería aborigen, continúa trabajando el mismo material pero con una innovación tecnológica que llegó tras la conquista castellana: el uso del horno para guisar la “loza”. Así es como se llama en las Islas el conjunto de esas piezas que adquieren su consistencia tras el paso por el fuego. Del mismo modo que se llama “loceras” a las alfareras tradicionales, un trabajo desempeñado en el pasado más por las mujeres, mientras los hombres eran los que iban a recoger el barro y la arena de barranco, así como la leña para hacer el fuego donde cocer las piezas.

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Imagen - Producto Canario - Cerámica - 03
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Solo en Lugarejos, poblado de cuevas de origen prehispánico en el noroeste de Gran Canaria, pervive la cocción del barro al aire libre, sin horno. Se hace en lo que se llama un “guisadero”, en la más pura tradición alfarera aborigen: un potente fuego que comienza con pinocha (la hojarasca del pino) y piñas de pino canario debajo de las piezas de barro crudo y culmina cubriendo esas piezas con leña de arbustos como la hogarza y muchas más hojas de pinocha, para la gran llamarada final que genera la temperatura que necesita el barro para cocinarse.

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El oficio de locero o alfarero de cerámica tradicional canaria requiere llevar a cabo un proceso de trabajo con el barro muy laborioso. Hay que ir a la veta a buscar el barro, majarlo, cernirlo y humedecerlo para que quede en estado moldeable. Después hay que amasarlo y añadirle arena de barranco antes de darle forma.

Es entonces cuando se soba a mano y se monta la pieza con la antigua técnica de los aborígenes: primero haciendo una base plana y después unos “churros” (rollos, cilindros) alargados, que se van uniendo dando altura y forma a cada pieza, desbastando y alisando con un callao y dándole color con almagre.

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La tipología de la cerámica tradicional canaria –heredera de los “gánigos” aborígenes– es tan variada como los diferentes usos domésticos, agrícolas y ganaderos a los que se destinaba. En la actualidad, muchos de esos usos han desaparecido, por lo que su utilidad ahora es menos funcional. Algunos todavía conservan su nombre aborigen, como el tofio, recipiente destinado a recoger la leche durante el ordeño.

Para transportar o guardar líquidos, especialmente agua, están las tallas, bernegales y porrones, aunque también hay jarras para la leche y cazuelos para el vino. Para el hogar no faltan platos, palmatorias, sahumadores, orinales, macetas y hasta juguetes, que solían ser figuritas que representaban animales domésticos o piezas cerámicas de uso cotidiano de tamaño muy reducido.

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Sin duda, la más abundante en toda la gama de piezas posibles es la destinada a guardar o cocinar alimentos: ollas para la leche, cazuelas donde preparar la comida, tostadores para el grano del gofio o el café, cafeteras, lebrillos donde amasar el pan o rellenar las morcillas, ganiguetes para fregar la loza y jarras de gran tamaño donde se guardaba la carne salada.

Las cocinas de hoy día no emplean leña para el fuego, ni casi recipientes de barro donde cocinar. Pero muchos de los diseños tradicionales perviven como elementos decorativos por la belleza de sus diseños: los platos aún se emplean para adornar paredes, las cazuelas para servir de frutero, las ollas como floreros, las macetas para tener las plantas del hogar o los vasos como lapiceros. Sin olvidar los nuevos diseños que los artesanos ofrecen con la técnica de siempre para necesidades actuales, por ejemplo, lámparas.

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Imagen - Producto Canario - Cerámica - 09
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