Las Islas Canarias son una auténtica joya natural. Pero la verdadera joya del archipiélago son las argollas canarias. Estos aros de media luna con una cuidada filigrana son uno de los objetos ornamentales más representativos de las Islas. En el 2500 a. C., las mujeres sumerias ya utilizaban estas joyas tan especiales, cuya aparición en las Islas se remonta a la época de los conquistadores. Aunque comúnmente son de oro o plata, también pueden encontrarse de otros materiales. Sea cual sea su composición, se trata de una joya única que transmite toda la autenticidad y belleza de las Islas.
Una historia que comienza en Mesopotamia
El uso de pendientes, zarcillos o aretes como elemento decorativo de la oreja tiene un origen muy lejano. De hecho, desde la Edad de Bronce y en las primeras civilizaciones posteriores, esta pieza ha estado presente en numerosas excavaciones arqueológicas de culturas que se remontan a miles de años atrás.
En la antigua Mesopotamia, concretamente en lo que fue la ciudad sumeria de Ur, se han hallado aretes con forma de media luna datados entre 2.600 y 2.500 años a. C. En ese entonces, las mujeres usaban gran variedad de joyería en oro y plata para adornar sus vestidos y sus rostros. Además, esta joya se ha encontrado en muchos otros lugares, pues su belleza la extendió alrededor del mundo.
Una joya con una gran riqueza cultural
En Canarias, debido a la conquista y a la colonización castellana, esta antigua joya presenta una rica variedad de formas y materias primas preciosas. Tanto es así que la emigración y las influencias culturales se ven reflejadas en el trabajo diario de los detallistas orfebres isleños.
Una constante entre modas
Si bien es cierto que las prendas de vestir utilizadas en las Islas han ido evolucionando año tras año según las modas europeas, las argollas canarias han conseguido ser un símbolo de identidad que se ha mantenido con plena vigencia hasta la actualidad.
Sin duda, se trata de una moda que ha permanecido intacta después de muchos años. De hecho, en el año 2008, la exposición “Zarcillos” del Museo de Historia y Antropología de Tenerife ya afirmaba que la costumbre de perforar la oreja para colgar adornos tiene más de 5.000 años. Esta exhibición muestra los orígenes, la evolución y las variantes de estos zarcillos genuinamente canarios.
Tan bonita como popular
La llamada “argolla canaria” o “argolla de la media luna” es la versión más popular y asequible que se comercializa en el archipiélago, cuya forma recuerda a algunos aros sumerios. Fue citada por primera vez en 1885 en el libro “Usos y costumbres de la población campesina de Gran Canaria” de Víctor Grau-Bassas. Entre las páginas de esta obra también se incluyen ilustraciones sobre la forma de vestir de hombres y mujeres campesinos de la Islas.
Estos pendientes de forma circular son generalmente de oro. Al abrocharlos, se forma una roseta con un diseño basado en una media luna. Además, existe otro tipo de argolla llamada “de lazo”, pero su precio es mucho más costoso y, por lo tanto, su uso no es tan habitual.
100% isleños
Los pendientes considerados tradicionalmente canarios son los aretes y los zarcillos de gota. Unos y otros varían en cuanto a materiales, tamaños, botones e incluso colgantes. Los primeros son también conocidos como aretes de la S, argollas de la S, argollas canarias, cubanas y criollas. En el caso de los segundos, están formados por dos piezas articuladas. La parte superior está en contacto con el lóbulo de la oreja y la inferior es el colgante, sujetado directamente a través de un asa.
La variedad de los pendientes típicos isleños es indudable. Distintos diseños, innovaciones y grabados artísticos, pero con una similitud muy especial: la transmisión de la autenticidad canaria.