ÚLTIMA HORA: Coronavirus (COVID-19) aquí
Gran Canaria rebosa historia, una historia que no podemos perdernos por nada del mundo.
Existen numerosos yacimientos arqueológicos por toda la isla que merecen una visita. Uno de los más famosos es, sin duda, la Cueva Pintada de Gáldar, pero no me quiero olvidar de otros como la Cañada de Los Gatos, Necrópolis de Arteara, Centro de Interpretación del Roque Bentayga, Cuatro Puertas, El Granero de la Audiencia… En fin, es muy complicado decidirse por uno en concreto.
A todos hay que destinarles su tiempo, cada uno es diferente, tienen su propia historia y mucho que aportarnos. Antiguos canarios que vivieron hace quizás más de 1.000 años, tumbas milenarias, testigos materiales de su vida cotidiana… ¡Es una maravilla poder presenciar algo así hoy en día!
En esta ocasión me he decantado por tres de ellos. ¡Comenzamos la ruta!
Letreros de Balos
Mi consejo para llegar hasta el yacimiento de Balos es que vayáis con alguna empresa que organiza estas salidas. Hay partes del yacimiento a las cuales sólo se puede acceder con un permiso especial y merece la pena verlo.
Subiendo en coche por la carretera GC-104, dirección Los Corralillos, a mano izquierda existe una señal que indica “Yacimiento de Balos”. Desde aquí sale una pista de tierra que conduce hacia el cauce del barranco que lleva el mismo nombre.
Son aproximadamente dos kilómetros caminando por terreno llano, donde quizás puedas encontrarte con algunas pacíficas cabras (baifos, como se denominan aquí) tranquilamente pastando.
Continúo el sendero flanqueado por el Roque Aguayro que nos vigila durante todo el camino, imponente y silencioso.
Al final de la pista nos topamos ya con el yacimiento. Veréis que existe una parte vallada (la parte protegida) y otra sin vallar que denominamos “Balos oculto” por la existencia de la misma tipología de símbolos que veremos en la zona protegida.
Y os estaréis preguntado ¿y qué podemos encontrar en Balos?
Esta zona se denomina “Lomo de los letreros” y sí, es hora de desvelar el secreto… Aquí vamos a encontrar grabados y me atrevo a decir que es el mejor yacimiento de Canarias para estudiar este tipo de figuras y símbolos. Podremos observar figuras antropomorfas, zoomorfas, geométricas, formas vegetales e inscripciones alfabéticas. ¡Incluso podomorfos!
En los mismos grabados se pueden observar colores más claros, más oscuros, además de la llamada escritura líbico-bereber que se extendía en la antigüedad por gran parte del norte de África incluyendo las Islas Canarias.
No quiero desvelar más secretos, quiero que vengáis y veáis con vuestros propios ojos esta maravilla que aún se conserva, los grabados de Balos.
Cenobio de Valerón
Ahora pongo rumbo a otro yacimiento muy interesante. Para ir al Cenobio de Valerón, en el norte de la isla, tomo la GC-1 y después la GC-2 hasta la salida que lo indica. Tras adentrarme en una zona montañosa dejo el coche en el aparcamiento y contemplo por un momento el profundo barranco que se abre ante mis pies; tras una subida de unos metros, el cenobio aparece de improviso. ¡Decenas de agujeros excavados en la roca!
El cenobio era un granero utilizado por los antiguos habitantes de la zona, y los agujeros son precisamente el lugar donde se depositaba el cereal, fundamentalmente cebada, para su almacenaje, tras el cual se cerraban con grandes lascas de piedra o madera.
Si miramos con atención podemos ver que existen algunos agujeros más grandes de lo normal; eran las viviendas de los guardianes del granero que vivían en la zona para ahuyentar a posibles ladrones.
El yacimiento guarda un buen número de secretos: ¿los graneros eran de propiedad pública para guardar y posteriormente redistribuir el cereal entre la población?, ¿o eran privados?, ¿fueron las famosas pintaderas marcas para determinar la propiedad de cada granero?
Son preguntas que nos haremos tras la visita, así como otros secretos que deberéis descubrir vosotros mismos.
Parque Arqueológico del Maipés
Tras unos minutos de agradable conducción llego a mi última parada, el Parque Arqueológico del Maipés.
Nada más acercarme al yacimiento me doy cuenta que estoy ante un lugar sobrecogedor, a un lado la villa de Agaete y a otro más de 500 tumbas datadas desde el siglo VIII al XI.
Un agradable paseo nos lleva al interior del yacimiento, donde casi podemos tocar las tumbas con las manos.
Contemplamos sepulturas de formas variadas en las que el cadáver se depositaba sin ajuar en un foso realizado en la tierra y posteriormente se cubría con grandes bloques de piedra volcánica.
No puedo dejar de fijarme en algunas de las tumbas mejor conservadas, cuyo tamaño y preeminencia nos hacen pensar que tuvieron que pertenecer a algún miembro destacado de la sociedad de la época.
Por otro lado, la cantidad de paneles explicativos me hace comprender con exactitud no sólo los aspectos funerarios de la sociedad de la época sino aspectos relacionados con el volcanismo, flora y fauna del lugar donde se asienta.
El sol está a punto de esconderse, pero aún me quedan unos minutos para reflexionar sobre la comunión entre la vida y la muerte de la gente que vivió en nuestra isla hace más de mil años.
¿De verdad te vas a perder los yacimientos de Gran Canaria?