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No es un zoológico cualquiera porque su dueño tampoco lo es. Uno de los más importantes empresarios canarios de los últimos 50 años es alemán de nacimiento y huyó del comunismo al oeste con su familia en la niñez. Wolfgang Kiessling (Gera, 1937) advirtió pronto su potente olfato comercial. Un negocio de vuelos chárter lo trajo a Puerto de la Cruz, en el norte de Tenerife. Allí abrió Loro Parque en 1972 siguiendo una reflexión de su padre: “¿Te has dado cuenta de que un loro vive 100 años y solo consume un puñado de pipas de girasol al día?”. 43 años después acumula decenas de premios. Para Kiessling, que vive en una casa en el propio recinto, uno es especial: la web de viajes TripAdvisor lo ha calificado como el zoológico número uno de Europa y el segundo más importante del planeta.
Loro Parque es la mayor y más diversa reserva de papagayos del mundo. 150 especies y 4.000 ejemplares. Conviven con ellos en el recinto tiburones, gorilas, orcas, pingüinos, medusas, pirañas, mantas, suricatas, osos hormigueros, jaguares, panteras, perezosos, tigres albinos, chimpancés, titís, caimanes, perezosos y nutrias. De 13.000 ha pasado a 130.000 metros cuadrados. En cuatro décadas ha recibido más de 40 millones de visitantes.
Wolfgang Kiessling inauguró en 1992 la entrada principal de Loro Parque, ambientada en Tailandia. Ese espacio es el mayor pueblo thai fuera de Asia. Los característicos tejados puntiagudos están decorados con pan de oro de 24 kilates. Las limitadas posibilidades para expandirse que tiene el zoo –insertado en el rocoso enclave costero de Punta Brava–, lo ha convertido el empresario en fortaleza. El conjunto es un abigarrado laberinto de subidas y bajadas, badenes y puentes entre exuberante vegetación. Aunque lo visites en prime time, siempre hallarás un banco solitario a la sombra donde disfrutar de un momento de relax.
El show de delfines arranca a la 11:00 horas con guacamayos sobrevolando el anfiteatro al son de “Imagine” de John Lennon. Es el primero de los cuatro que se ofrecen. El de las orcas impresiona por el tamaño de las protagonistas. El de leones marinos desconcierta en el momento en que el formidable macho sale del agua y escala las gradas mezclándose entre los niños. El público lo recibe entre flashes como una gran estrella. Pero para instinto cómico el de los loros, un clásico con guacamayos matemáticos rumbo al hospital o ejerciendo de bomberos.
Contratar la opción Discovery Tour permite conocer el parque desde su backstage. El paseo se inicia por una de las nuevas instalaciones del recinto, Animal Embassy, inaugurada en el 2014. Sus ventanales muestran las fases de reproducción y cría de las aves que nacen aquí, desde el “Kindergarten” hasta que se valen como adultos. La estación de cría se creó en 1998. En el parque han nacido 20.500 loros. Animal Embassy termina en la zona dedicada a la Fundación Loro Parque, que impulsa programas de protección de animales en todo el mundo desde 1995.
Operación triunfo de gorilas
El paseo por la zona de gorilas del Discovery Tour detalla la recuperación de estos simios de otros zoológicos donde habían quedado apartados en jaulas después de ser desplazados del grupo por el macho dominante. Uniéndoles en esta terraza con la cascada de 3.500 metros cuadrados decorada al más puro estilo africano, a los simios se les da una segunda posibilidad de repesca. Así pasó con León, gorila de llanura, que hoy vive en Brasil con una hembra nativa y otra inglesa. El macho que estaba condenado a vagar sin descendencia ya ha tenido crías en el país de la caipirinha. Un gorila vive entre 20 y 25 años en la naturaleza. En Loro Parque comen gofio y superan los 50.
Otro de los emblemas de Loro Parque es su pingüinario, Planet Penguin, considerado el mayor del mundo. Tres sistemas se alían para lograr el milagro de la recreación del hábitat: máquinas que producen seis toneladas de nieve diarias; un sofisticado sistema de depuración del agua y filtración del aire; y, finalmente, un sistema de iluminación que va graduando tonos e intensidades según estación y hora del día. Residen pingüinos peruanos, chilenos y antárticos de las especies Humboldt, rey, saltarrocas, barbijo, papúa y frailecillos.
Dejas atrás a las simpáticas aves vestidas con frac y te enfrentas a un enorme cilindro de ocho metros de alto poblado por 4.000 lubinas. Ahora que se filman tantas películas de Hollywood en las Islas Canarias, ¿qué impide que el interior de ese enorme tanque sea el lugar donde se descubra el primero de una serie de terribles asesinatos en un thriller ambientado en el recinto? El carácter hipnótico de los reflejos plateados de las lubinas se repite en Acquaviva, el espacio reservado a las medusas. La luz con que están decorados los cilindros se refleja en los filamentos de los animales flotantes, algunos casi invisibles. El visitante tiene la impresión de estar ante el primer salvapantallas vivo de su existencia.
Pero cada visitante disfruta Loro Parque según sus preferencias y estado de ánimo. Cada estancia es diferente. Lo mismo puedes pasar diez minutos viendo a las nutrias quererse a dentelladas, que tener un clímax romántico con tu pareja en el Orquidiario entre los más de 115 ejemplares de 8 variedades presentes. U observar el porte desgarbado de un oso hormiguero en paseo matutino. O quedarte absorto con la soberbia espalda plateada del gorila israelita Aladdin, de 218 kilos, esperando a que la mole gire el cuello y mire con gesto intimidatorio al turista que lo fotografía. Por eso, nada para mí como Katandra Treetops, el aviario inaugurado en 2007. Es un espacio de 27.000 metros cuadrados donde viven en semilibertad las centenares de aves exóticas que lo pueblan, todas de Australia y el sudeste asiático. Una escalera colgante se interna entre las copas de los árboles y permite al visitante mirar cara a cara al pájaro. Por momentos te sientes el ornitólogo que siempre quisiste ser, esperando el momento en que la hermosa ave multicolor te mire para fotografiarla en la pose perfecta.