ÚLTIMA HORA: Coronavirus (COVID-19) aquí
En la vertiente este de La Palma, entre acantilados teñidos de verde, aparece una de las playas más espectaculares de la isla y, quizás, de Canarias: la playa de Nogales. Un arenal negro azabache que se esconde entre los riscos de la escarpada costa palmera y que guarda mañanas únicas disfrutando del mar y de sus olas.
A poco más de 20 minutos desde la capital, Santa Cruz de La Palma, a través de la carretera que bordea la costa del municipio de Puntallana, se llega a este pequeño paraíso escondido. Como si una película de aventuras se tratara, Nogales aparece tras el último recodo de un corto sendero que conecta el aparcamiento y la playa. Una visión que sobrecoge la primera vez que la vemos, y que no podría tener mejor banda sonora que el ruido del mar golpeando los roques que la rodean. Con la vertiginosa imagen del acantilado que la resguarda y su arena negra brillando con el sol.
Sus aguas, generalmente bravas, hacen que haya que bañarse con precaución y que incluso, en algunas épocas del año, no sea recomendable adentrarse en el mar. Sin embargo, tan solo por contemplar el paisaje merece la pena recorrer el camino hasta su arena, o al menos hasta su mirador. Poco antes del aparcamiento en que empieza el sendero que lleva a la playa se puede contemplar, desde un pequeño montículo, una vista casi vertical de la playa, con la silueta de la costa del noreste palmero perdiéndose hacia el infinito.
Una vista de pájaro de los colores que se mezclan en la costa de La Palma. El verde, el negro y el profundo azul de sus aguas. Un punto para dejarse absorber por el sonido de las olas y del viento silbando entre las rocas, una buena antesala antes de emprender el sendero que lleva hasta la orilla. Una ruta sencilla, unos minutos más bordeando los rompientes de rocas y las formas extraordinarias que el Atlántico ha esculpido tanto aquí como en toda costa de la isla.
El surf-spot por excelencia en La Palma
Precisamente esa característica, la de una costa escarpada y casi vertical, hace que La Palma no sea la isla que más se prodiga para la práctica del surf, Nogales es una de sus excepciones. Este arenal negro cuenta con olas casi todo el año, aunque es en verano cuando mejores días suelen aparecer para disfrutar sobre la tabla. Además, la gran cantidad de arena de su orilla permite que, cuando el mar está tranquilo, sea un buen lugar para principiantes.
Cuando se dan las condiciones, se ofrece una ola que abre tanto de izquierdas como de derechas. Además del placer de surfear en un entorno absolutamente mágico como este permite hacerlo casi en soledad, y es que La Palma es uno de esos últimos rincones donde el surf es aún un deporte practicado solo por unos pocos, lo que hace de sus olas un paraíso para el surfista que quiere alejarse de las masificaciones.
Una playa para pasar las mañanas
La vertical orografía de La Palma, con una dorsal montañosa que divida la isla de norte a sur como si de una columna vertebral se tratara, genera la curiosidad de que las horas de luz se reparten entre la mañana, en el este, y la tarde, en el oeste. Es por eso que, dada su situación, Nogales se convierte en una playa en la que es preferible disfrutar de las mañanas, ya que desde primeras horas de la tarde el sol empieza a esconderse tras el acantilado que la circunda.
Para los más madrugadores es además un punto ideal para ver el amanecer, no en vano su parking es escogido habitualmente por camperistas, que optan por aparcar aquí sus furgones con la esperanza de ver un espectáculo de luces rojizas y naranjas con las primeras luces del alba. Si en el oeste los atardeceres son imperdibles, con infinitos puntos para disfrutarlos, en la vertiente oriental de la isla se podría decir lo mismo de sus amaneceres.
Nogales es, en definitva, un punto subrayado en el mapa de cualquier visitante de La Palma que busque disfrutar del océano durante su estancia y, especialmente, en el de los amantes del surf. Una playa única en Canarias, totalmente diferente a la imagen de arenales dorados y aguas turquesas que evocan otras islas, pero que aporta toda la esencia de la isla bonita y su naturaleza salvaje.