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Si hay un lugar que visitar las mañanas de domingo en Lanzarote es “la Villa”. La antigua capital de la isla esconde entre sus calles historias de conquista, ataques piratas y amor por el folclore de Canarias. Todo un arsenal de encantos que promete seducir a sus visitantes.
Santo Domingo, un antiguo convento reconvertido en galería
Sus amplias vías adoquinadas hoy no permiten el tránsito de coches, es día de mercadillo, así que tenemos que apearnos para continuar nuestro camino. Hemos tenido suerte y encontramos un sitio justo enfrente del convento de Santo Domingo. Fundado en 1698, es hoy por hoy una popular galería de arte contemporáneo que recibe las obras de artistas de todo el mundo. Pasamos dentro, la galería abre también los domingos.
El significado de las cruces de la Villa de Teguise
Tras salir del convento y antes de alcanzar los primeros puestos del mercado artesanal, nos encontramos con varias cruces por el camino. No son símbolos escogidos al azar; este conjunto de cruces que se reparten por el pueblo (catorce con exactitud), se corresponden con las estaciones del Viacrucis cristiano y cada 3 de mayo son engalanadas por los vecinos del pueblo con todo tipo de flores.
Un poco más adelante damos con el que un día fuera el cine de Teguise. Uno de los más antiguos de Lanzarote, en la actualidad acoge una bonita tienda de artículos orientales que nos traslada a Asia al cruzar sus puertas.
Una pequeña parada obligada antes de seguir nuestra ruta es la del Callejón de la Sangre. En él fue librado, en septiembre de 1569, uno de los saqueos piratas más recordados por la población. Afortunadamente, en esta ocasión, los lugareños vencieron a los hombres de Calafat, pero la cantidad de sangre derramada fue tal que sirvió para dar nombre a esta calle.
El castillo de Santa Bárbara, el guardián de la Villa de Teguise
Desde nuestra posición, y casi desde cualquier punto de la localidad, se puede divisar en lo alto de la montaña de Guanapay el castillo de Santa Bárbara. La continuidad de los ataques piratas en Canarias se justificaba dada su estratégica situación en las rutas atlánticas.
Esta fortaleza servía como fuerte y refugio de los habitantes de la Villa de Teguise ante los frecuentes ataques de la piratería. Su constante vigilancia desde lo alto del montículo nos hace sentir más seguros.
Pero los antiguos pobladores de Lanzarote no sólo utilizaban este tipo de construcciones para salvaguardarse; cuevas y jameos originados por las erupciones volcánicas también cumplían con esta misión cuando las circunstancias lo requerían.
Mercadillo artesanal de la Villa de Teguise
Nos introducimos en el mercadillo de la Villa donde los banderines de colores nos hacen de guía hasta adentrarnos en la sección de artesanía. Es en este rincón donde podemos encontrar jabones artesanales, joyería, trabajos en cuero, todo elaborado en Lanzarote. El lugar ideal donde hacernos con algunos souvenirs si tenemos que hacer algún regalo.
Pero no todo se concentra a este lado del pueblo. Si seguimos sumergiéndonos entre la gente llegaremos hasta la plaza de la Constitución, popularmente conocida como “la plaza de los Leones”, hoy camuflados tras lo puestos que cada domingo ocupan la zona del casco histórico. Aunque la plaza data del siglo XVI, no es hasta el XX cuando nuestros amigos felinos se alzaron sobre ella y hoy por hoy son todo un símbolo para la población local.
El timple, la pequeña guitarra canaria
Justo frente a la plaza tenemos la Casa Museo del Timple, un mausoleo para los amantes de este instrumento único de las Islas Canarias. En pocas palabras podríamos definirlo como una pequeña guitarra que recuerda al ukelele hawaiano por sus dimensiones, y es que el timple canario mide únicamente entre 38-40 centímetros y consta de cinco cuerdas, aunque en algunos casos se pueden encontrar de cuatro.
Justo al otro lado de la plaza, la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, la construcción más alta de la Villa de Teguise, data del siglo XV. Foco de innumerables ataques por parte de nuestros siempre presentes piratas, ha sido reconstruida en numerosas ocasiones a lo largo del tiempo, la última en 1914. También la Cilla, el que fuera en su tiempo el granero más importante de la isla, puede verse en las medianías de la plaza.
Las opciones de ocio en la Villa de Teguise
Pero además de una fuente inagotable de historia de Lanzarote, la Villa ofrece ilimitadas opciones de ocio. Es en las tardes de domingo cuando la música en vivo inunda sus bares y la gente, poco a poco, empieza a llegar desde todos los puntos de la isla. La Crepería, el Santa Bárbara o la Palmera son algunos de los lugares donde poder disfrutar de un “mojito” y un gran ambiente, dejando que el tiempo pase, sin preocuparnos por nada, sintiéndonos seguros bajo el amparo de los leones de la plaza y del castillo de Santa Bárbara.