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Sobrevolamos Fuerteventura, y lo primero que nos llama la atención son sus inmensas costas de arena blanca y dorada. Parecen infinitas, tanto, que somos incapaces de ver el horizonte a través de la ventana de nuestro avión.
En Fuerteventura encontrarás playas para todos los gustos: para los amantes del deporte, para los que buscan la soledad, para los que salen del coche dejándose el bañador detrás con toda la intención, para los románticos, para los indecisos, para los amantes de lo desconocido, para los amigos, y para los que necesitan el azul turquesa de Isla de Lobos.
Isla de Lobos
Esta pequeña joya llena de trozos de rocas volcánicas, arena blanca y mar azul cielo, se encuentra al noreste de Fuerteventura, a escasos dos kilómetros de distancia de Corralejo.
Piratas, Romanos y Focas Monje – encargadas de dar nombre a este pequeño paraíso – habitaron en esta isla tiempo atrás. Hoy, este Parque Natural sigue manteniendo su esencia, un lugar para el que el tiempo no ha pasado.
La piscina del Atlántico
Cuando decidimos emprender cualquier viaje, por corto o largo que nos pueda parecer, llevamos con nosotros la expectativa de que supere lo que hemos vivido; que nos impresione, que nos envuelva, que nos sacuda, que nos hipnotice, que nos atrape y que nos enamore.
Son 15 minutos tan solo, es el tiempo que nos lleva desde un paraíso teñido de blanco y dorado a esta piscina natural en medio del Atlántico. El barco que nos lleva desde Corralejo hasta Isla de Lobos nos da una pincelada de lo que nos espera. Sus encantos aguardan hasta pisar tierra firme.
El aura que rodea esta isla es mágica. Basta caminar un poco para darte cuenta de sus encantos. La luz del sol intensifica sus colores, saca todo su brillo. La intensidad de los rayos, golpeando sobre la arena blanca del fondo marino, hace que el azul del mar sea único. Un azul turquesa como el de una piscina, salvo que el caprichoso color de esta isla lo ha creado la naturaleza.
La estampa es tan perfecta que antes de bañarte cogerás la cámara para mandarle fotos a tus amigos. Si lo haces, no serás el primero, pocas personas y lugares son tan fotogénicos como Isla de Lobos.
¿Puertito o Playa?
Así es, nuestra gran y única preocupación. Los dos lugares tienen un encanto sin igual. Sin viento, sin oleaje, con el agua tan limpia que no te deja esconder tus vergüenzas, y con una temperatura ideal del mar que hará que las arrugas de los dedos de tus manos indiquen el tiempo que llevas disfrutando de ese baño. Sin duda, es la isla mimada del Atlántico, nada perturbará la quietud del lugar.
Pero para responder a este dilema de si ir a un sitio u otro, lo que recomendaría sería lo siguiente: si sabemos que nos vamos a quedar hasta bien entrada la tarde, lo primero que hay que hacer es ir dirección puertito y reservar mesa en el único restaurante que hay. Una vez hecho esto, podemos irnos a la playa de La Concha y disfrutar del entorno y de nosotros. Las horas se te pasarán rápido, por eso, y sin que sirva de precedente, hay que mirar alguna vez la hora del reloj ¿para qué? para darte ese baño previo a la comida en ese pequeño rincón con tanto encanto. Comer pescadito frito, con el cuerpo revitalizado y el pelo semi-mojado, acompañado de una cervecita bien fría bien merece que, aunque estemos de vacaciones, miremos el reloj.
Tan importante es la espectacularidad de un lugar, como su riqueza histórica, sus calles y rincones, o sus habitantes. Pero también buscamos que tenga buen rollo. Al fin y al cabo somos personas, y las sensaciones marcan nuestros gustos. Lo que se respira en Isla de Lobos es puro descanso. Parece que, sin darnos cuenta, en cuanto llegamos a esta isla leemos un cartel diciendo: silencio, lugar de baño.
Un pequeño lugar que siempre recordarás por lo coqueto, bonito, tranquilo, limpio y minimalista. Cuando lo visites, entenderás… “y para los que necesitan el azul turquesa de Isla de Lobos”.