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Si hay una sensación que nos invade al visitar el Ecomuseo de Guinea y el Lagartario, es justo esta: la de un Regreso al pasado.
Al pasado del que fuera, junto con Las Montañetas y La Albarrada, en el norte, uno de los tres primeros pueblos de la isla.
A quienes no quieran oír hablar de museos en sus vacaciones, les diré que olviden el tópico de los museos muertos, porque este está muy vivo y les va a encantar. Y a quienes buscan siempre los museos en sus vacaciones les diré que no se pierdan este porque aquí tienen un 3x1. En una misma visita tendrán: Lagartario, Poblado y Tubo Volcánico. ¿Se puede pedir más?
Pues si, aún al algo más, y es que las visitas son guiadas, lo que significa que un guía del museo les acompañará en las visitas para contarles cada detalle. Les aseguro, porque yo también he sido guía del Ecomuseo, que se desarrolla un vínculo especial con cada uno de los espacios que hace que cada visita sea diferente, harán y relatarán el recorrido con verdadera pasión, como si ellos hubiesen vivido cada momento de la historia que les cuentan.
Lagartario
Que nadie se confunda. No estamos en un zoo. Nada más lejos de la realidad. Estamos en el Centro de Recuperación del Lagarto Gigante de El Hierro, reptil endémico de la isla, y del que podemos decir que su diferencia más visible con los lagartos gigantes de otras islas es el color de sus ocelos (los puntitos de los laterales), y es que nuestro lagarto es el único que los tiene de color amarillo. Tiene, además, un collar de escamas que sólo veremos si alguno se enfada un poco y nos amenaza. Los lagartos los veremos en terrarios (hay tres) y no debemos desesperarnos si no los vemos muy de cerca, debemos entender que no es una mera exposición, es un proyecto para recuperar la especie y por tanto se intenta en todo momento que estén lo más cómodos posible.
El proyecto de recuperación comienza en el año 86, después de haber recuperado algunos ejemplares en el Risco de Tibataje, concretamente en la Fuga de Gorreta justo detrás del Ecomuseo, y desde entonces se han ido haciendo sueltas por diferentes lugares, siendo quizás el que más llama la atención uno de los Roques de Salmor.
El guía nos explicará cómo el lagarto se creyó extinguido, y cómo se recuperó. Además, aprenderemos sus hábitos: qué come, cómo se reproduce, quiénes son sus enemigos y por qué pasó de medir aproximadamente un metro y medio en la época de los bimbaches a los aproximadamente 75 cm que puede llegar a medir en la actualidad.
También conoceremos el proyecto de recuperación que se lleva a cabo y tendremos una visión más científica de los trabajos que se llevan a cabo.
Poblado de Guinea
No se sabe realmente en qué momento comenzó a habitarse el poblado, y es que ya los bimbaches, primeros pobladores de El Hierro, aprovechaban las cuevas y tubos volcánicos del lugar como refugio para ellos y para sus animales, pero sí que se sabe a ciencia cierta que las casas que van a visitar comenzaron a construirse y estuvieron habitadas desde el s. XVII hasta el s. XX, cuando la población se movió a Tigaday y sus alrededores.
Por supuesto las casas fueron cambiando a lo largo de los siglos, y evolucionando con los cambios que se iban produciendo en la sociedad de aquella época, así que lo que se ha hecho ha sido juntar los enseres de cada siglo y acondicionar una casa para cada uno de ellos, y también para algunos oficios y costumbres. De este modo podrán ver también un tubo convertido en bodega y casa dedicadas a diferentes actividades.
Para que sea un completo Regreso al Pasado, se irán encontrando códigos QR, y, al leerlos con el teléfono móvil, descubrirán vídeos que les trasladarán a la época en que habitaron el poblado quizás los últimos pobladores de éste.
Tubo Volcánico de Guinea
El descubrimiento de este tubo fue algo totalmente fortuito. No, no se lo voy a contar, deben entender que esto se lo dejo al guía, porque la historia del descubrimiento es algo que debe escucharse allí, in situ.Foto: Interior del tubo
Aunque vayamos a entrar en un tubo volcánico la visita no entraña ningún riesgo y el recorrido completo puede hacerse de pie, no hay que pensar en ningún momento en una ruta de espeleología, es algo mucho más sencillo. Tendrán que ir de todos modos con un casco que les proporcionarán en la entrada, por si acaso alguien distraído se dice con alguna de las paredes. Confieso que, además, el hecho de ir ataviados de este modo le confiere a la visita un punto aventurero. Eso sí, les aseguro que se quedarán boquiabiertos cuando descubran el interior.
Y así termina una visita al Ecomuseo de Guinea, bueno, así no. Termina con tiempo libre para que se den una vuelta tranquilamente por el poblado, descubran sus rincones e imaginen cómo debió ser la vida allí cinco, cuatro, tres, dos o un siglo atrás. ¿Quién sabe? Quizás en este regreso al pasado que les regala el Ecomuseo sean capaces de llegar a vivir tan de cerca la experiencia, que al terminar, se sientan realmente devueltos al futuro al pisar el aparcamiento.