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Tres veces al año se nos da la oportunidad de salir a comernos “El Hierro a bocados”, en otras tantas Rutas de Tapas (una por municipio) que intento no perderme. Hace muy poquito ha sido la de El Pinar, y he aprovechado para disfrutar del sur de la isla.
Si bien es cierto que generalmente estas rutas duran alrededor de 10 días (de viernes a dos domingos más tarde), no sé cómo, yo siempre me las apaño para que se me eche el tiempo encima, así que el viernes antes de que terminasen decidí que había 13 buenas razones para visitar el fin de semana la zona sur de la isla durante los dos días siguientes, y disfrutar de la 5ª Ruta de Tapas, en la que participaban 13 establecimientos, con otras tantas tapas.
A través de ellas se puede hacer un repaso a la gastronomía canaria en general y a la herreña en particular, ya que los establecimientos participantes deben usar el menos un producto de El Hierro para darle forma a su tapa.
Las tapas
Por supuesto uno de los ingredientes estrella fue el queso herreño, desde el tradicional elaborado con mezcla de leche de oveja, cabra y vaca en diferentes proporciones y ahumado, a los ecológicos, curados o con pimentón.
Tampoco faltó el pescado, presente en todas y cada una de las tapas de La Restinga, que para eso es un pueblo de costa. Y si hablamos de pescado en El Hierro, no podemos olvidar el peto, el atún o el barrilote. También la vieja, aunque en esta ocasión no apareció en ningún plato. Pude degustar pescado en todas las formas imaginables, frito, a la plancha, en pequeñas croquetas redondas imitando perlas en la concha de una almeja a modo de ostra, e incluso como tataki con sésamo sobre confitura de tomate, y presentado en una curiosa lata de atún.
En cambio en El Pinar (la montaña), casi todas las tapas se elaboraron con carne, y digo casi porque fue aquí, en el pueblo de El Pinar, donde degusté la única tapa apta para veganos y que aportaba además un guiño a la cocina internacional con un tipo de pan árabe, con relleno de humita (especie de paté a base de millo muy típico en Argentina), manzanas al vino y cebolla caramelizada. Ya lo había comentado en otras ocasiones: al final desarrollamos la capacidad de convertir el territorio insular en un pequeño continente, y así en las zonas de interior, a 10 km de la costa, la gastronomía es la propia de los pueblos de montaña. Comidas más “fuertes” que suelen llevar como ingrediente principal carne de cabra o cordero, de res o de cochino, pero siempre adobada o acompañada de sabrosas salsas.
Cobran especial importancia la presentación y los nombres de los platos. ¿Qué puedo decir de los nombres? Que la denominación de las tapas elegida por los restaurantes para su pequeña muestra gastronómica daban ganas de no perdérselas: “Batata Beach”, “Humita”, “Sensación Pandorga”, “Lasaña Primavera”, “Barcaza de El Refugio” “Perlas Marinas”… ¿Y de la presentación?, sin duda me quedo con una lasaña recortada a modo de flor con tallo de espárrago y hoja de hierba huerto, las “perlas” o la “falsa lata de atún”… ¡Imaginación al poder!
Y aunque ningún establecimiento optó por la nota dulce, no puedo dejar de pensar… ¿Qué postre hubiésemos podido ver en una ruta de tapas en El Hierro? Pues por supuesto alguna variante de quesadilla, dulce estrella de la isla, que es una especie de magdalena a la que se le añade queso al hacer la mezcla, matalahúva y con una base de algo parecido al hojaldre en lugar de papel. También podríamos encontrar quesillo, que es un postre parecido al flan de huevo, pero ¡ojo! no se dejen engañar por el nombre, ya que entre los ingredientes no se encuentra el queso. O mousse de gofio, de higos (por supuesto de El Pinar), o de mora (sin duda de Echedo), de esas moras que les aseguro que son las mejores del mundo. Otra opción pudiera ser el “queso de almendras”, que debe su nombre a la forma del molde, ya que no tiene más ingredientes que almendra y azúcar. Bueno, bueno, bueno, voy a dejar ya de pensar en postres (que las posibilidades son muchas y noto que empiezo a salivar más rápido de lo usual) para volver a la realidad salada…
Continúo, pues, con las tapas. Mejor dicho, con el acompañamiento, y es que no se me ocurre nada mejor que cualquiera de los vinos de El Hierro: blancos secos y afrutados, tintos, dulces… hay gran variedad donde elegir, y los maridajes son infinitos, vamos a olvidarnos de aquello tan típico de “blancos para pescado y tintos para la carne”. Pero no voy a extenderme con los vinos ahora, que bien merecen un post, ¿no creen? Me lo dejo por aquí apuntado para otro momento ;)
Fin de la “gastro-ruta”
Y como ya me conocen, también saben que sin el mar no soy nadie, y que viviendo en este territorio, en el que no pierdo el océano de vista ni un solo segundo, les cuento que entre tapa y tapa me dio tiempo a un baño en la playa de La Restinga, y otro en la Cala de Tacorón, y es que con el verano tan cerca como lo tenía, tiraba el “sabor a salitre”, se imponía también un “Bocado de mar”.
Y ya ensalitrada, con la barriga llena y, como consecuencia, el corazón contento, tocaba terminar el fin de semana depositando mi puntuación de cada tapa en la urna, por si además me tocase un premio.
Vuelta a casa, ya saben, con buen sabor de tapas, y con esa sensación, de que los fines de semana son cortos, y de que, además, a medida que avanza el domingo, pasan las horas muchísimo más rápido. Eso sí, también con la seguridad de que con la llegada del lunes se ralentizará el tiempo que tardan en discurrir las horas hasta que el viernes por la tarde comience de nuevo el segundero del reloj su “sprint de fin de semana”.