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A diferencia de muchos lugares de la península ibérica, Canarias, por su origen volcánico, está repleta de barrancos. Muchas veces no nos damos cuenta, simplemente vamos por la carretera atravesando montañas y creemos que son eso, montañas y riscos, pero estamos atravesando un barranco tras otro. Por muchos de ellos se puede caminar. Hacer senderismo y estar en contacto con la naturaleza es una de las mejores sensaciones que existen.
Hoy quiero hablar de un barranco muy especial, el de Guayadeque, en la isla de Gran Canaria. Podemos llegar hasta aquí por carretera desde el pueblo de Ingenio o desde Agüimes, ya que este espacio hace las veces de división natural de ambas villas.
Acceso desde Ingenio
Si decidimos acceder desde Ingenio, sin lugar a dudas tenemos que hacer parada obligatoria en este pueblecito. Pasear por su tranquilo casco histórico, sentarse en la Plaza Mayor junto a la iglesia a tomar un café, observar cómo los niños juegan en la calle, escuchar a los lugareños contar las anécdotas del día a día, cerrar los ojos, respirar profundo y sentir el sol y la brisa en la cara... Sin darte cuenta has regresado a tu infancia y sonríes.
Tras despertar de nuestro sueño, continuamos nuestro camino hacia Guayadeque. ¡No, un momento! Antes de ir al barranco, vamos a volver a serpentear por las calles de Ingenio para toparnos con el horno de pan artesanal más antiguo de Canarias, fundado hace más de 250 años, que hoy aún continúa abierto y ofreciendo uno de los mejores panes de la isla: Panadería Artesanal Amaro.
Compramos nuestro pan y, ahora sí, ponemos rumbo hacia Guayadeque. Siguiendo las indicaciones de la carretera principal que atraviesa el pueblo, encontraremos una bifurcación que indica a mano izquierda nuestro destino. Tomamos este desvío y seguimos unos kilómetros hasta llegar al barranco. Ya estamos totalmente sumergidos en este capricho de la naturaleza, nos encontramos ante el Monumento Natural del Barranco de Guayadeque.
Curiosamente, se puede recorrer parte del barranco en coche y contemplar sus bellos paisajes, llenos de fauna y flora endémica canaria y de la región de la Macaronesia en su conjunto. Si lo prefieres, puedes realizar una caminata, hay senderos bien señalizados recogidos dentro de la Red de Senderos de Gran Canaria.
A medida que avanzas, verás innumerables cuevas en las paredes de las montañas, muchas de ellas son primitivos asentamientos de población de los antiguos canarios, también denominada población prehispánica. Ahora, viendo la altitud de las cuevas y la dificultad para llegar a ellas, imaginemos por un momento cómo sería la vida de esta población hace cientos de años. Impresionante ¿verdad?
En esta área demás se han hallado restos arqueológicos de notable importancia y que actualmente muchos de ellos se pueden visitar en el Museo Canario.
Hoy día existen en el barranco algunas casas-cueva aún en uso y, sin duda, merece la pena asomarse con discreción a alguna de ellas para comprender el estilo de vida tan particular.
Todo es llamativo: antiguas cuevas, cuevas habitadas, flora y fauna muy particular… Pero, ¿sabéis que hay más cosas? Sí, Guayadeque es un sinfín de sorpresas. El barranco alberga una ermita, es la de San Juan Bautista que, por supuesto, merece una visita.
Hay también varios restaurantes excavados en las rocas, siendo la especialidad de alguno el “cochino a la sal”, que no querrás perderte. Si accedes por algún lugar más recóndito verás pequeñas granjas con burros, gallinas e incluso baifos (es el nombre canario para las cabras).
¿Interesante? ¡Sin duda! En pocos minutos nos hemos trasladado a la Gran Canaria más rural, más natural y más auténtica.
Visita a la Villa de Agüimes
Nos subimos de nuevo al coche y ponemos rumbo a Agüimes, el otro pueblecito pintoresco solamente separado de Ingenio por el barranco.
De nuevo, paramos nuestro coche cerca del casco histórico y comenzamos a perdernos por sus calles estrechas, empedradas, con colores blancos y amarillos suaves, donde las tonalidades se mezclan con las rocas y la madera. Sin duda, debes sentirte un privilegiado por estar aquí.
Visitamos la iglesia de San Sebastián, con la arquitectura y el estilo tan típico de Canarias, combinando de nuevo el llamativo blanco con la roca ¡es fantástico!
Y después nos hicimos algunas fotos con sus divertidas estatuas que hay repartidas por todo el pueblo. Cuando estés perdido por sus calles, seguro que te toparás con alguna pequeña y acogedora plaza con algún bar o terraza donde no podrás resistirte a tomar una tapa de ropa vieja o papas “arrugás” que servirá como antesala de la comida.
No puedo cerrar este capítulo sin una última curiosidad. Dicen que los olores y sabores nos recuerdan a personas, lugares, situaciones. Te animo por tanto a que degustes el aceite de la zona, sí, has oído bien, aceite en Gran Canaria y es exquisito. En alguna parte del camino, si te fijas bien, verás olivos.
Ha sido un día repleto de sensaciones, colores, naturaleza, fauna, flora, comida, paseos... Cierra de nuevo los ojos, respira profundo y siéntelo como si estuvieras aquí mismo ¿verdad que te apetece una visita a Guayadeque?