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Al sur de la isla de Gran Canaria se encuentra uno de los lugares más turísticos del archipiélago: Maspalomas.
En este rincón, donde los reflejos dorados del impresionante campo de dunas contrastan con las azules aguas del atlántico, hay espacio tanto para el turismo de sol y playa como para los que buscan una visión solitaria y única de la arena y el mar. Seis kilómetros de dunas y arena de un amarillo único donde hay espacio también para la diversidad, de la que este lugar de las Islas Canarias también es bandera. Playa para nudistas y para los que no, de ambiente LGTBI, de turismo familiar, aquí caben todos.
Maspalomas es, con permiso de El Hierro, uno de los lugares más al sur de Canarias, y eso se deja ver en el clima. Una línea de costa en la que el buen tiempo está presente en cualquier época del año, por lo que es una apuesta segura cuando se duda en qué zona de la isla habrá mejor día para darse un chapuzón.
Aunque, incluso si no apetece meterse en el agua, es una visita obligada en Gran Canaria, pues perderse entre las grandes dunas de arena es una experiencia inolvidable. La foto dejándose llevar por la brisa en la cresta de las dunas, o saltando hacia la mullida caída que ofrece la arena, es prácticamente un must do it de todo el que visita esta zona.
Un juego de luces y sombras a cualquier hora del día aleja a las dunas de una playa cualquiera. Es un paseo mágico cerca del mar. Al atardecer, entrar a esta joya natural por la zona conocida como “el Oasis” concede un espectáculo único en el que las luces anaranjadas y violáceas se mezclan con el ocaso y las figuras de las dunas, dejando solo el Faro de Maspalomas en la lejanía como referencia.
La Charca de Maspalomas, una reserva natural
Si, en cambio, se opta por llegar hasta ellas por la zona del Faro, el paseo invita a recorrer la famosa Charca de Maspalomas. Último vestigio de lo que un día fueron las marismas de Maspalomas, en la charca cohabitan peces, invertebrados y aves, un ecosistema que se renueva estacionalmente cuando las lluvias permiten que esta curiosa formación sobrepase la arena que la protege del mar y se intercambie el agua.
Y es que todo este dinámico paraje natural, siempre cambiante por los vientos que van modificando la morfología de las dunas, es un oasis de virginidad en medio del fluir de una zona que nunca duerme. Disfrutar de la enorme riqueza natural de esta isla es posible sin renunciar a las comodidades que ofrecen las urbanizaciones cercanas.
Playa del Inglés, ocio 24 horas
Más allá de disfrutar de la soledad y la magia de las dunas, está el contraste de la zona de Playa del Inglés. Uno de los núcleos turísticos más animados de Canarias donde las actividades para los visitantes son casi infinitas. Desde albergar (junto a la cercana Meloneras) algunas de las discotecas más importantes de Gran Canaria, o restaurantes para todos los gustos, hasta parques temáticos o la futura instalación de un gran parque acuático.
Playa del Inglés es el lugar elegido por los que buscan el bullicio de una zona en la que a cualquier hora del día se pueden encontrar planes que hacer, infinidad de tiendas y pubs abiertos, y cualquier tipo de servicio turístico que se pueda imaginar. Teniendo en cuenta además que algunos de los hoteles más prestigiosos de la isla, incluyendo en muchos de ellos spas y talasoterapias con vistas únicas, se reparten por esta zona de la isla.
Aun así, también los que buscan la tranquilidad y los paisajes agrestes de Gran Canaria deberían hacer una parada en las dunas de Maspalomas para mirar al sur del mundo en este Atlántico que se pierde en el horizonte y dejarse embriagar por sus colores y sombras. Símbolo de la isla. Parada obligada. Una joya natural hecha de arena y mar que deja unos paisajes incomparables. En cualquier viaje a Gran Canaria, al menos una vez, hay que contemplar el atardecer desde aquí.