Las 5 playas más instagrameables de Las Islas Canarias

Con esta pequeña guía de playas, las postales más hermosas de Canarias no tendrás que comprarlas, sino que las podrás subir directamente a tu red social.

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Instagram se ha convertido en un lienzo abierto donde gente de todo el mundo comparte los escenarios con más encanto del planeta. Una oportunidad única que nos brinda esta red social para descubrir bellos lugares más allá de los itinerarios más turísticos y concurridos. Las Islas Canarias son, sin duda, uno de los lugares más fotogénicos, dada su diversidad y la espectacularidad de sus paisajes, sobre todo aquellos bañados por las aguas del océano Atlántico.

Así, el archipiélago cuenta con numerosas playas donde dejarse llevar por el dolce far niente, darse un chapuzón, practicar deportes acuáticos, pasear por la orilla del mar o… retratarse en parajes idílicos que causarán envidia una vez compartida la imagen en las redes sociales. Tanto si lo que uno busca son paisajes de dunas como playas de arena fina y dorada, o escenarios volcánicos de roca y arena negra, no hay duda de que hay que poner rumbo a las Islas Canarias. Lugares como Corralejo, Papagayo, Famara, Maspalomas… ya son de sobra conocidos y acaparan siempre los rankings de las mejores playas del mundo. Pero, más allá de estos parajes excepcionales, existen otros hotspots fotogénicos que retratar y donde posar para conseguir muchos likes. Estas son las 5 playas más instagrameables de Canarias.

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Gran Canaria se ha convertido en un auténtico paraíso para los instagramers, que acuden en busca de los rincones más espectaculares de la isla. La diversidad de su entorno, que se refleja en el paisaje, la hacen particularmente apetecible para los objetivos. Es el caso de la playa de Maspalomas, kilómetros de fina arena dorada y una amplitud que deja sin aliento y que, al atardecer, ofrece una imagen idílica e infinita. También hay que aprovechar la estancia para descubrir, y retratar, la espectacular Reserva Natural de las Dunas de Maspalomas que se alzan ante el mar. El conocido Faro de Maspalomas será también, sin duda, un escenario a tener en cuenta para las fotografías.

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Con poco más de un kilómetro de longitud, de arena oscura y aguas transparentes, La Tejita es una de las playas más bellas de Tenerife. Un hotspot perfecto donde pasar una agradable jornada en un auténtico paraje natural. Si lo que buscáis es intimidad, la encontraréis en uno de sus extremos, cerca de Montaña Roja, un hermoso volcán desde donde inmortalizar unos atardeceres increíbles.

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Un nombre que, con humildad, no rinde tributo a la belleza del lugar. Estamos aquí ante un pantone de azules que se enfrentan para ganar protagonismo. Y de su armoniosa combinación nacen otras tonalidades verdosas, turquesas, que contrastan más si cabe con la oscuridad de las rocas volcánicas escarpadas que resguardan este espacio virgen y singular de la inmensidad del océano, que le espera fuera. El Charco Azul, en El Hierro, es una piscina natural en la que cualquier posado solo podrá quedar bien.

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Caminando sobre la luna podría ser el pie de foto de cualquier instantánea tomada en la abrumadora playa de Cofete, en Fuerteventura. Totalmente salvaje, son 12 kilómetros de arena dorada que se expanden pareciendo no tener fin, atrapados entre bravas aguas cristalinas por un lado y, por otro, las impresionantes e imponentes montañas de Jandía.

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En las Islas Canarias hay que tomar en consideración la idea de que los caminos más difíciles llevan a los mejores rincones. Casi siempre es el caso, y no cabe duda de que vale la pena descubrir lo que se esconde al final del trayecto. La playa Bajo el Risco, en Lanzarote, es uno de los tesoros naturales que, si bien tienen un acceso más arduo, merecen ser vistos, e inmortalizados, por lo menos una vez en la vida. Aquí, la civilización no existe. Todo es tranquilidad y el único sonido que rompe el silencio es el del vaivén del mar. Agua cristalina y arena dorada, que se entremezclan con piedras volcánicas, y alguna que otra planta autóctona, ofrecerán la estampa de un paisaje exótico, único. Una maravilla realzada por la majestuosidad del imponente Risco de Famara, que vigila la playa que se extiende a sus pies. Qué bien quedarían estas vistas de postal atrapadas para siempre en un perfil de Instagram y, cómo no, en la memoria…

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Pero… ¿y si también desconectamos un poco?

Porque si bien retratar cada instante se ha convertido en un ritual de los viajes, capturar las vistas y practicar el postureo rodeado de escenarios fantásticos no lo es todo. La mejor manera de disfrutar (y de dejar disfrutar a los demás) de los encantos y bondades de una playa es contemplarla, vivirla y sentirla. Para eso, hay que desconectar. Así que, de vez en cuanto, hay apagar el móvil, inspirar y expirar hondo, y observar de forma consciente con los ojos -y no con la lente de la cámara- la belleza de la naturaleza que nos rodea. Los demás sentidos también podrán gozar de una experiencia única gracias al aire puro y limpio de las playas de las Islas Canarias. Recordamos un dato científico como argumento de desconexión: la ionización de la brisa marina aumenta los niveles de serotonina, contribuyendo a disminuir la ansiedad. Pero eso solo se logra apagando la tecnología y disfrutando del momento.